Un congreso estimulante

Como escribo estas líneas con la todavía fluida experiencia vivida en los últimos días, las reflexiones que siguen tienen una cuota de relatividad que se sabrá disculpar.

En primer lugar, fue un acierto la elección del enorme predio del Lingotto (el lugar donde estuvo la fábrica de FIAT que fue posteriormente reciclado como centro de convenciones, muestras y eventos). Esta decisión permitió mantener dentro de un radio acotado todas las múltiples actividades que concentra un encuentro multitudinario como este.
De todas maneras, era frecuente ver grupos corriendo por senderos exteriores, rampas o pasillos, para llegar de una conferencia a una mesa redonda, o viceversa. No hubo la presencia de estrellas, y eso no perturbó la calidad de la reunión. Es cierto que estuvieron Massimiliano Fuksas y Mario Bellini, pero se trata de figuras locales y la del primero tuvo características de arenga por lo que intentaré explicar.

El ministro de Bienes Culturales de Italia, F. Bondi, declaró en su discurso de apertura su desazón por la mala calidad de la arquitectura italiana de los últimos decenios. Dijo palabras muy duras y condenó la poble intervención de los arquitectos en la misión de mejorar los entornos urbanos y la edilicia. Fuksas, en su conferencia ante una muy numerosa audiencia, refutó los dichos de Bondi y mostró imágenes de su obra, incluyendo viviendas para rebatir lo afirmado por el ministro en cuanto al desinterés por ese tema por parte de los arquitectos consagrados, más preocupados por la arquitectura corporativa y los rascacielos.
Como suele ocurrir en estos casos, los dos -a mi modo de ver- tuvieron su parte de razón. Y espero tener ocasión de abundar en este punto dentro de algunos días, cuando se hayan disipado un poco las vibraciones de este 23° Congreso.

Y una noticia para los colegas: el próximo encuentro será en Japón en el 2011, y se hará en el Forum de Tokio, la formidable obra de Rafael Viñoly.