28.12.2008

¿Otra vez balances?

Tal vez se trate de un problema personal, de un rasgo de mi personalidad, pero no soy afecto a los balances, me resultan por lo general irrelevantes, con escalas de valores discutibles y casi siempre basados -esto es natural porque está en el propio origen del concepto- en una visión materialista y sin matices.
Para que quede claro lo que expuse en la primera frase, nunca hice un balance después de un viaje (sea éste corto o muy prolongado) para saber cuánto me costó, si excedió las previsiones o si, por el contrario, pude controlar los gastos para mantenerlos dentro de los límites que aconsejaba la prudencia.
En este desapego por la obsesión numérica coincidíamos mi esposa y yo, razón por la cual empezábamos anotando los pagos uno por uno, propinas incluídas, hasta que al tercer día nos abandonábamos al puro placer de disfrutar del viaje sin la obsesiva preocupación por las columnas del debe y el haber.

El año que se va (o se fue)
Todo lo dicho hasta ahora se disuelve irremisiblemente en las últimas semanas de diciembre, cuando esa frontera que divide al año que se extingue del que ha de comenzar a andar impone a la gente un vértigo de «fin del mundo» que la hace correr sin motivo mientras mentalmente traza un balance.
Y en todas las actividades humanas el fin de año determina la aparente obligación de anotar los hechos -positivos o no- acontecidos en este período.
Voy a procurar, por razones obvias, no incorporar en este análisis episodios de índole personal, que los hubo y en todas las escalas. Pero como en algunos casos tuve participación en encuentros nacionales e internacionales que, a mi modo de ver, son significativos al dibujar una curva valorativa de los hechos relacionados con la disciplina en el 2008, los referiré.
Entonces, la lista debiera comenzar a mediados de año, porque entre fines de junio y la primera semana de julio se hizo en el predio del Lingotto, en Torino, el Congreso Mundial de Arquitectos patrocinado por la UIA (Unión Internacional de Arquitectos). El escenario era el predio donde estuvo la planta industrial de la FIAT, reciclado con los criterios de Renzo Piano y acondicionado para servir precisamente en la realización de congresos y ferias.
En ese marco se llevó a cabo lo que juzgamos como un buen Congreso, con los ingredientes que pueden dar lugar a conclusiones de valor para el futuro y con presencias que no provenían del «star system» (del estudio de Norman Foster vinieron algunos colaboradores que, junto con otros del estudio de Jean Nouvel, trabajan en equipo para un proyecto de playa en Italia). Pero ninguno de los líderes del conjunto pisó Torino ni hizo llegar mensaje alguno.
Y como los asuntos que parecen ocupar un primer plano en la problemática de muchos colegas, docentes y estudiantes de todo el mundo son los vinculados con la condición sustentable de la arquitectura y las ciudades, el cambio climático y los problemas de la energía y la contaminación, todo esto lo resumió al final de su presentación el inefable Jaime Lerner. En efecto, terminó con una frase que lo decía todo: «Necesitamos más eco-arquitectos -dijo- y menos ego-arquitectos».
Y toda la audiencia, por lo menos en lo que pude observar, estuvo de acuerdo.

Casi en simultáneo con el Congreso Mundial de Torino, al que asistieron más de 9 mil colegas de todo el mundo, lo que ciertamente no es poca cosa, se hizo en Zaragoza una gran Feria del Agua, en la que participaron arquitectos de gran valía a nivel internacional. Porque mis obligaciones me llevaron sucesivamente a Bérgamo, Sevilla, Barcelona y un paso fugaz pero inolvidable por Frankfurt, no pude ser testigo del formidable esfuerzo zaragozano.
Sin embargo, las piezas que vi en fotos y videos me reconciliaron con el diseño de comienzos del siglo XXI. El siempre medido y acertado Patxi Mangado y la siempre excéntrica (en el mejor sentido del término) Zaha Hadid, pusieron su sapiencia junto con lo mejor de la arquitectura peninsular del momento para que Zaragoza vea con mirada brillante y renovada el futuro de su ciudad.

Pero mientras los arquitectos examinamos los dichos y las obras expuestos en Torino y Zarazoga respectivamente, el gran público se ve asediado por las imágenes frívolas y tóxicas que tienen como plataforma de lanzamiento a esa ciudad escenográfica e irreal llamada Dubai. Acabo de leer un artículo de Norberto Cháves en la última página de Summa (número 97), con cuya tesis coincido casi por completo -salvo algunas ideas, y un juicio acerca del Banco de Londres de Sepra y Testa- y cuya lectura recomiendo.
Supongo que todos los colegas hemos tenido que responder en los tiempos recientes a algunos amigos (médicos, abogados, economistas) cuando nos han preguntado a propósito de una torre de viviendas en Dubai en la que todos los pisos pueden girar en forma independiente (¿?). O sobre el rascacielos más alto del mundo u otras banalidades que nada tienen que ver con la arquitectura a secas ni con los problemas que el mundo de hoy nos presenta para resolver con solvencia y prontitud.

Entre nosotros hubo un importante e infrecuente número de concursos, de los cuales hay esperanzas de concreción en muchos casos. Esperamos ver pronto crecer el Palacio de la Cultura del Bicentenario, un proyecto que aparentemente sufre algunos ajustes no deseados (ni por los autores ni por los que ponderamos ideas valiosas en un conjunto edilicio reciclado en los inicios del siglo XXI). Y en el campo específico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un certamen en el que me tocó ser uno de los jurados, el destinado al Parque Cívico de la Ciudad, puede significar en su materialización a corto y mediano plazo, un cambio sustancial en la geografía urbana, un desplazamiento positivo de los vectores de crecimiento de Buenos Aires en la medida en que se respeten los criterios proyectuales y la escala de valores que inclinaron la balanza a favor del proyecto premiado.

Conclusión
Como no quise hacer un balance, tómese este texto como un recorrido informal y espontáneo (lo que hace años se llamaba «a vuelapluma» y ahora debiera bautizarse como «a vuelateclado») de una serie de acontecimientos que quizá nos permitan tomar posición conducente, en un panorama arquitectónico tan variado y tan bastardeado por realizaciones que parecen concebidas para la autosatisfacción de promotores y arquitectos, para dar respuestas a los cada vez más graves problemas que presenta el mundo en materia de inserción social, jerarquización urbana y mejoramiento de las calidades de vida de la población del planeta.

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