31.8.2008

Apuntes sobre el Congreso de la UIA en Torino

Como ocurre cada tres años, se realizó en el verano europeo de 2008, en la ciudad de Torino, Italia, el 23º Congreso Mundial de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA). Y habida cuenta de la poca prensa que tuvo entre nosotros ese encuentro masivo, que reunió a más de 9.000 colegas de todo el mundo en las instalaciones del Lingotto, me pareció un deber trazar una breve crónica de lo acaecido.

El rótulo que tuvo el congreso era «Transmitting Architecture», que más allá del discutible gerundio aludía a la idea de «transmitir la arquitectura» en una locución que fue discutida por Lucien Kroll, el recordado arquitecto belga, quien manifestaba que esa frase implicaba el olvido de la participación del usuario en la gestión arquitectónica.Debo aclarar que asistí como disertante, de modo que la captación del congreso fue más abarcativa por parte de algunos colegas como Carlos Spárvoli, arquitecto jujeño que salía de una sala para entrar en otra, sin pausa ni descanso, y Francisco Fasano, representante de Teleproyecto, con la cámara en todo momento enfocada en los paneles más importantes y los episodios más trascendentes del congreso.

De todas maneras, mi presencia como espectador fue por momentos feliz y de a ratos frustrante por la inevitable coincidencia de temáticas y oradores que a la misma hora se desarrollaban en lugares distantes entre sí. Había, pues, que decidir y descartar, lo que sucede en todos los encuentros multitudinarios de esta clase.

La polémica se suscitó desde el primer día, ya que en su discurso inaugural, el Ministro de Bienes Culturales de Italia, Sandro Bondi, hizo una crítica severa del papel jugado por los arquitectos de la segunda mitad del siglo pasado, enrolados en una tendencia mediática en la que la búsqueda de lucimiento en temas de grandes obras, dejó de lado a la resolución de problemas como el de la vivienda popular. Este anatema del ministro, pronunciado en el propio seno del congreso, tuvo ecos en la prensa diaria de Italia y dio origen a una airada respuesta por parte del arquitecto Massimiliano Fuksas en su conferencia magistral en el congreso, en el estadio de Palavella. Los dos planteos, el del ministro y el de nuestro colega, merecerán en su oportunidad sendas reflexiones, pero me parece que resulta pertinente recordar en esta ocasión la frase de Shalom Aleijem en su comedia Tevie, el lechero (transportada a la comedia musical como El violinista en el tejado): Los dos tienen razón.

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