Observatorio Ambiental Laguna Blanca
Agustin YebraEXPERIENCIA E INNOVACIÓN ACADÉMICA
El Desafío ALACERO '25 “Vida de Ecosistemas Terrestres” proporcionó el marco idóneo para concretar una colaboración interinstitucional inédita. Esta iniciativa articuló un equipo de proyecto cruzado entre la carrera de Arquitectura de la Facultad de Tecnología y Ciencias Aplicadas de la Universidad Nacional de Catamarca (UNCA) y la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba (FAUD-UNC). El equipo se conformó por dos estudiantes de 5º año de la UNCA: Abril Denisse Tapia y Agustin Yebra, y dos tutores: la Ingeniera Silvina Prados, profesora de la UNC y el Arquitecto Manuel Alazraki, profesor en ambas casas de estudio en materias de proyecto, quien articulo la colaboración inter claustros.
La propuesta, caracterizada por su gran complejidad técnica y su emplazamiento en el altiplano Catamarqueño, demandó una asesoría especializada. Esta necesidad fue cubierta por la Profesora Titular de Estructuras II B de la FAUD-UNC, quien se integró al equipo como tutora técnica. El desarrollo del proyecto se ejecutó durante un lapso de tres meses, caracterizado por un intenso trabajo y un riguroso ciclo de críticas. La distancia geográfica entre las instituciones se salvó eficazmente mediante el uso de medios digitales, lo que permitió elaborar esta propuesta.
Este esfuerzo colaborativo marca un precedente significativo: constituye la primera propuesta formalmente encuadrada en un desafío de esta magnitud para la carrera de Arquitectura de la UNCA, la cual celebró la graduación de su primera cohorte de egresados en el año 2024.
MEMORIA DE PROYECTO
La Reserva de Biosfera Laguna Blanca a más de 3.200 m.s.n.m, en la Puna de Catamarca, forma parte de los humedales altoandinos de mayor relevancia en Latinoamérica, ambientes frágiles que regulan el agua en altura y sostienen especies endémicas y aves migratorias de largo recorrido. Este ecosistema es reconocido por albergar la mayor población de vicuñas del país, con aproximadamente 70.000 ejemplares. Su comunidad de 600 habitantes dispersos, mantiene un vínculo ancestral con la especie a través del chaku, una práctica que consiste en el rodeo y esquila del animal de manera sostenible y respetuosa, lo cual refuerza la relación entre cultura y naturaleza.
La provincia es una de las dos únicas de Argentina sin parques nacionales y la que cuenta con menor número de instituciones científicas. Es por esto que resulta inminente su preservación y divulgación para poder así garantizar la protección de los ecosistemas terrestres de montaña y apoyar los modos de vida autóctonos.
Entendiendo el atractivo singular del sitio, sus volcanes y cumbres que superan los 5.000 m, la propuesta plantea una zonificación estratégica en tres áreas en el valle altoandino junto a la laguna: un área de amortiguación, otra de turismo controlado y, una principal área de preservación restringida, con el fin de conciliar desarrollo comunitario, turismo responsable y conservación ambiental.
En este marco, la propuesta plantea una red de infraestructuras sensibles —estaciones mínimas dispersas en el territorio— concebidas como soportes de remediación y mediación. Estas unidades permiten recorrer, observar, comprender y monitorear el ecosistema sin alterarlo: torres-mirador para supervisar la biodiversidad silvestre, pasarelas que organizan el tránsito y reducen la huella humana, refugios y laboratorios de campo que acompañan la investigación científica, además de espacios pensados para gestionar junto a la comunidad local, fortaleciendo su economía artesanal y turística a futuro al preservar el hábitat de los camélidos.
Situado a 2 km al sur del pueblo, el Observatorio Ambiental se concibe como un espacio de educación, investigación científica y resguardo del patrimonio natural. Su propósito es poner en valor las especies que habitan este entorno, reconocer el rol fundamental de los camélidos en el equilibrio del área protegida y producir conocimiento para su preservación. Propio de sus intenciones iniciales, el proyecto se implanta estratégicamente sobre una pendiente natural a 60m de altura, lo que permite aprovechar las visuales y minimizar la antropización de la montaña.
Se proponen distintos accesos que atienden diferentes requerimientos detectados. El primero, de carácter vehicular, facilita el ingreso de maquinaria durante el montaje y desmontaje de las estructuras, así como el abastecimiento de insumos para los laboratorios y el trabajo de los científicos. El segundo incorpora un recorrido en aerosilla que conecta el observatorio con una parada intermedia y asciende hasta la cumbre más próxima, ofreciendo amplias visuales del entorno. El tercero plantea un acceso peatonal mediante pasarelas que ascienden por la ladera de la montaña, propiciando una experiencia de observación gradual y directa del paisaje.
El programa se organiza en tres ámbitos: un área de difusión orientada al turismo y a la producción local; otra dedicada a la investigación y educación del territorio; y una tercera destinada al albergue de personal, científicos, estudiantes y guías. Este último espacio ofrece capacidad para ocho residentes, quienes podrán formarse y colaborar a partir del conocimiento generado en el observatorio.
La idea de refugio en una zona tan agreste —con un ambiente frío, seco, de precipitaciones estacionales escasas y fuertes vientos del suroeste— se expresa en sus envolventes. Concebidas en capas, permiten configurar un interior semejante a un invernadero bioclimático, que contribuye a la eficiencia energética y a la retención del calor, mientras favorece el diálogo constante con el entorno a través de sus circulaciones laterales. Hacia el exterior, el acero se manifiesta con una robustez que se mimetiza con la montaña.
Pensar el edificio desde lo estructural permitió mantener la sensibilidad con el entorno. Dos grandes vigas, apoyadas en bloques de circulación donde la continuidad estructural aporta a la rigidez de un gran voladizo, garantizando la eficiencia en el diseño de las partes componentes. La modulación de 3 m busca optimizar el uso del material según su disponibilidad comercial y aporta orden en la configuración de los espacios. El sistema favorece el armado en taller, el transporte de piezas y un montaje rápido, con la capacidad de adaptarse a las condiciones del sitio de difícil acceso. De este modo, se aprovechan los periodos cortos de obra disponibles debido al clima, minimizando a la vez la huella ambiental.
Información de la obra
- Estado: Proyecto
- Autores: Agustin Yebra,Abril Denisse Tapia
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