Casa en la Crucecita

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En un entorno de montaña, a 20km de la ciudad de Mendoza, una arquitectura de piedra visualmente muy pesada, se funde con el paisaje a través de su materialidad. Por ello, la intención de su volumetría pretende lo contrario; desprenderse del terreno y, con volúmenes que arrojan sombras a los largo de día, reaparecer.
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En un entorno de montaña, una arquitectura de piedra visualmente muy pesada, se funde con el paisaje a través de su materialidad. Por ello, la intención de su volumetría pretende lo contrario; desprenderse del terreno y, con volúmenes que arrojan sombras a los largo de día, reaparecer.

Contexto. Un loteo en el piedemonte mendocino a 20 km de la ciudad de Mendoza. Un terreno con una pendiente pronunciada en contacto directo con una flora y fauna intacta, con vistas sobre la ciudad y en donde la restricción es construir una arquitectura enteramente en piedra local, autoabastecida por medio de energía solar.

Materia. Una construcción sin terminaciones pensada para un bajo mantenimiento y una relación directa con los materiales. Un sistema constructivo donde la piedra local, trabajada como "pirca", hace de encofrado exterior para una estructura de hormigón armado. Este sistema permite avanzar solamente en tramos de 60 cm por corrida, siendo una construcción lenta y muy artesanal y en donde los fuertes inviernos obligan a hacer largas pausas en la ejecución de la obra. La piedra local es de gran tamaño por lo que los muros, en sus dos versiones finales, sobrepasan los 30 y los 40 cm de espesor. El sistema constructivo puede entenderse como una caja de concreto recubierta por piedra, con interiores de hormigón visto y un exterior en donde la piel pétrea se desplaza, develando la estructura. El hormigón permite una estructura fuerte pero maleable, que logra despegarse del terreno en busca de las mejores vistas.

Sistema. El encargo de esta casa tuvo dos fines, una casa familiar, y en el futuro un posible hotel boutique. La familia es numerosa y ha ido creciendo en el tiempo, lo cual, sumado a lo anterior, obligó a pensar en un proyecto en etapas que puede crecer mediante módulos. La casa se organiza en un volumen principal que concentra estar, cocina y comedor en un espacio único. Éste, se articula espacialmente en dos niveles a través de gradas que sirven como espacio lúdico para eventos familiares. A través de un ancho pasillo-mirador se conecta el segundo volumen. Un volumen que contiene dos habitaciones con baño y un espacio común de biblioteca que luego se desplaza según la adición de módulos.

Vínculos. La casa es flexible en su uso, con más de una puerta de acceso y en donde ninguna es principal. Todos los espacios tienen más de un punto de conexión visual o física con el exterior. La estructura de hormigón se aprovecha para generar bancos en obra que completan el proyecto en los distintos espacios. Las mejores vistas no calzan con la mejor orientación por lo que al oeste se asoma una gran terraza unida al volumen principal. Este espacio alberga la churrasquera abierta, en donde el asador no necesariamente necesita estar de espalda a los invitados o a quienes llegan. Cuando el clima lo permite, ambos espacios se conectan para generar un gran Quincho.

Investigación. Este proyecto busca explorar las posibilidades de una arquitectura flexible, indeterminada y por lo tanto multifuncional, conectada en todo momento al exterior y materializada de una manera cruda (en bruto) y de bajo mantenimiento.

 

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