Casa Jaima

Estudio Galera
Una parcela de 1700 m2 en el borde de un bosque urbanizado impone replanteos al generar habitabilidad en un contexto de pinos y médanos contenidos en un pequeño apéndice urbano llamado Barrio Constancia. Esta ‘península’ de bosque domesticado se ubica dentro de un gran macizo aun sin lotear en un borde de la localidad de Cariló.
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Casa JAIMA  es la cuarta obra de una serie de casas de hormigón realizada por el estudio en un barrio pequeño al sur de Pinamar.
Una parcela de 1700 m2 en el borde de un bosque urbanizado impone replanteos al generar habitabilidad en un contexto de pinos y médanos contenidos en un pequeño apéndice urbano llamado Barrio Constancia. Esta ‘península’ de bosque domesticado se ubica dentro de un gran macizo aun sin lotear en un borde de la localidad de Cariló.

Trabajando con recursos de la técnica industrializada para lograr maximizar la relación con el entorno natural, el planteo de la vivienda se centra en generar espacios de uso donde el confort y la rusticidad del medio no sean un contrapunto sino un complemento.

La casa encuentra sus principios conceptuales y argumentales de manera análoga en la jaima árabe, sin estar expresamente inspirada en ella. Esta vivienda concentra la vida común de la familia nómade bajo una cubierta protectora sostenida por columnas metálicas compuestas que rematan en vigas macizas, que además de trabajar como capiteles, articulan los cambios de pendiente en la cubierta. La losa casetonada simplifica la estructura generando, desde su modulación extrema, una red de vigas que ordenan el resto de los elementos que aparecen en fachada y en planta. La losa, que es una cubierta más allá del interior, se despliega como una tela sobre palos de diferentes alturas generando sombras y protegiendo del clima como una jaima.

Los dormitorios se ubican en una caja semi-enterrada en un nivel intermedio entre la planta social, que se despliega medio nivel por sobre estos y la planta baja, donde además de los servicios se plantea un espacio flexible. Bajo la cubierta, grandes frentes corredizos se abren generando un espacio único relacionando este y oeste, interior y exterior, propiciando usos en ‘el patio de sombra’ o en ‘el patio de sol’ según el momento y la temperatura del día. La cubierta se eleva llevando los rayos del sol hacia el interior y reflejando el movimiento del agua de la pileta en la estructura de hormigón.

La vivienda se desarrolla entre patios que contienen usos y generan apropiaciones con diferentes grados de privacidad. La estructura y la casa en general -salvo por ambientes muy específicos como baños, cocina y parrilla- proponen pero no imponen usos. La flexibilidad de los espacios debe amoldarse a generaciones que ya no ven televisión en un cuarto especifico o estudian el ‘cuarto de los deberes’. En arquitectura, contemplar las indefiniciones es contemplar diálogos entre posibilidades concretas y posibilidades futuras en simultáneo. Las diversas formas en que avanza la sociedad exigen diversas formas de pensar y de actuar: proponer sin imponer.

La obra no se cierra en una sola mirada, es el resultado del pragmatismo necesario para proponer arquitectura que se centra en generar experiencias y que toma a la técnica como un elemento fundamental para generar diferentes ‘estados’, para encuadrar y, por momentos, domesticar -al menos un poco- el paisaje, dándole características de uso y potenciando la relación de los habitantes con el entorno.

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