12.7.2021

Pasados-presentes para un contexto afectivo

Una reflexión sobre la domesticidad en tiempos de pandemia.

Nos parece difícil definir un posicionamiento en un contexto que todas esperamos que sea de transición, aunque de alguna manera intuyamos que supondrá un cambio en nuestras vidas; no sabemos si clínica, material, procesual o socialmente. A esto se le superpone que nuestro propio entendimiento evoluciona a medida que pasan los meses, por lo que el planteamiento con el que ganamos este comisariado en septiembre de 2020 parecería no poder ser el mismo que expliquemos hoy, en marzo de 2021, o el que se expone en mayo de este mismo año. Y, sin embargo, como buenos seres de costumbres, nuestra esperanza es que la vida vuelva a ser similar a como era antes de esta pandemia.

Entendemos que, en la actualidad, la arquitectura debe ser interpretada como una situación social, como mediadora o interfaz entre la realidad cultural y social. Por esta razón, Pasados-presentes para un contexto afectivo propone una circunstancia expositiva en la que se engloban once piezas que tienen más que ver con las interacciones que provocan que con su materialización física. El foco no está tanto en los objetos como en los discursos y dinámicas que representan. Este conjunto de alguna forma habla de nociones de nuestro momento pandémico, entre las que podríamos destacar la autoconcepción, el reciclaje, la tecnoarquitectura, la libre ocupación y el cuestionamiento de todo lo que fue y está siendo.

Esta colección de objetos pretende visibilizar artefactos creados en un pasado —ya sea este más lejano o más inmediato— que ahora deben estar más presentes que nunca, ya que ponen en valor un instante de nuestra realidad pandémica, con múltiples temas encima de la mesa que describen un contexto, a nuestro entender complejo, que es capaz de tratar conceptos tan diversos como el racismo hacia las personas que generaron el virus; el miedo hacia la gente que lo porta; la necesidad de protección; el desarrollo de herramientas con las que poder sobrellevar el día a día; la lucha por sobrevivir; la pandemia que se sufre a nivel mundial; el sueño de un futuro distinto; la apropiación del espacio público; el control social al que nos vemos sometidos en nuestros diferentes países; el cambio medioambiental que sufrimos por nuestros excesos como comunidad; los efectos psicológicos por la privación del contacto físico; las tensiones que produce el aislamiento; la virtualización total de nuestras comunicaciones; la distancia generada entre el individuo y la sociedad; la viralización del conocimiento; las estructuras de código abierto que nos permiten compartir; el vivir juntos sin interacción social; la apuesta por los materiales ecológicos; la diversión como vía de escape; la confianza como sentimiento utópico; el entendimiento de una situación excepcional; la concepción espacial como comprensión del contexto; la concepción corporal como asimilación del individuo; el espacio digital como nuestro nuevo territorio madre; la arquitectura menor como aquella que se relaciona estrechamente con las personas; la prótesis como segundo cuerpo capaz de extender el poder físico; la realidad como situación de la hipertecnificación; la experiencia a través de la percepción aumentada; el cuerpo ausente como la nueva materialidad del ser humano; el estar situado como la negación del propio punto de vista; la percepción como el mecanismo de afirmación fenomenológica; la meta-observación posibilitadora de la autoconstrucción del sujeto; el reflejo continuo resultado de nuestra vida digital; la autoconcepción aprendida de nuestras interacciones; la incorporeidad en una realidad fluida; el entorno como refugio; la naturaleza digna de mimetismo para sobrevivir; la contaminación imbricada con la cotidianidad; los aprendizajes sobre la capacidad adaptativa de otras especies; la casa como envolvente; los límites disueltos entre cuerpo, traje y arquitectura; la arquitectura corporal como primera capa de protección; la manipulación material para la creación de nuevos espacios; el movimiento corporal como nueva dimensión del entorno; los sobrantes naturales y artificiales como materiales de construcción; la fabricación biológica como técnica de producción; la transformación como el verdadero reciclaje; las soluciones eficientes que pueden ser manuales o tecnológicas; el biomaterial como base de la generación de una naturaleza propia; la nueva cultura material que pone en valor lo que está pero no se ve; el espacio íntimo como mínimo arquitectónico; el reciclaje como proceso de pensamiento; la topografía como ámbito corporal adaptativo; la naturaleza entendida como un lugar acogedor; el prototipo como diálogo entre el diseño y la industria; el lugar como encuentro; el paisaje contemporáneo como la formación entre naturaleza y artificio; la hibridación del objeto con el espacio; la colaboración entre la innovación y la tradición; la gramática del paisaje aplicada al espacio público; la disolución de los límites entre ámbitos; la implicación social como hecho cultural; la reinterpretación de las tecnologías de los artesanos; el entendimiento de la acción del usuario; el valor simbólico de los elementos que interactúan con los cuerpos; la arquitectura como práctica; los ensamblajes de lo corporal, lo tecnológico o lo climático; la generación de interdependencia y conexión entre cuerpos; lo ecosistémico como la conformación del ser humano; el cuerpo como objeto de tecnificación; la condición tecno-social como pensamiento posthumano; los dispositivos tecnológicos como generadores de protocolos de anfitrionazgo; el enrolamiento como misión política de la tecnología; las formas de asociación generadas por la tecnología; las funciones mediadoras de los dispositivos; la dinámica relacional como composición tecno-social; la exploración a través del experimento arquitectónico; la certidumbre de que somos tecno-humanos; las pruebas de estrés a las que se somete la arquitectura; la afección como componente de los sistemas ontológicos; la situación de la acción y el pensamiento; la ecología como necesidad inaplazable; los ritmos de la naturaleza en el ser humano; la biodiversidad como riqueza; la biología como experiencia sensorial; el comensalismo como interacción biológica; la naturalización de la industria como práctica contemporánea; la seguridad a través de un sistema de control del espacio; los acuerdos de colonización para la libertad de acción; la libre ocupación del espacio orgánico; las normas no escritas de movimiento y situación; el recinto de convivencia en el entorno público; la reformulación de los protocolos de interacción; la escala transespecie como aglutinadora de la complejidad real; la zoonosis propiciadora de la reconfiguración del habitar territorial; las situaciones cambiantes en el medio; la facilidad para la desinfección; lo tecnoarquitectónico como necesidad; la atmósfera como condicionante del lugar; la tecnificación del desarrollo y el resultado; los usos productivo-sociales como activadores de arquitecturas olvidadas; el impacto sonoro como afectador de envolventes; la adaptación programática como variable arquitectónica; los sistemas arquitectónicos de forma y tamaño mutables; la artesanía generadora de elementos con mayor flexibilidad; el control de las atmósferas, la acústica, lo espacial, lo lumínico y lo táctil; el programa demandante como parámetro arquitectónico; la respuesta y percepción del espacio a los requerimientos; la superposición como beneficio material; la traducción de variables atmosféricas en parámetros físicos; la experiencia humana como medida perceptiva y sensorial; la bipolaridad humana como fusión entre violencia y empatía; la cotidianidad como escenario de castración; la amnesia del deseo como propiciadora de acciones monótonas; la condición desexualizada como resultado de la imposición externa; la desesperación afectiva como una patología no casual; la psique orgánica como desmaterialización del ser humano; las zonas anónimas temporales como el reflejo de la agenda que nos somete; las fronteras entre sustancias digitales, robóticas, biológicas y humanas; el cuestionar el formato y las condiciones estéticas; la redefinición casual entre objeto, situación y psique; las intimidades-extimidades que atraviesan nuestras escenas; la vulnerabilidad del ser a causa del Antropoceno; el masoquismo eco-maquinista en el que nos hemos visto envueltas; el software como interpretador de los códigos de construcción; la arquitectura como un artefacto permanente a modo de error intencional; la inteligencia artificial como herramienta de construcción; los datos analógico-digitales como nuevas líneas en el plano; y el bio-mimetismo como la nueva arquitectura.

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La complejidad de las relaciones generadas por estos conceptos nos obliga a situarlas en un entorno expositivo concreto y caracterizado que permitirá su interpretación y entendimiento. La atmósfera contenedora representa un entorno atemporal y neutro que facilita que las piezas seleccionadas se interpreten como interfaces mediadoras capaces de cualificar una escala doméstica situada por momentos más en el plano virtual que en el físico, siendo ambos inseparables. El imaginario generado en estos últimos meses nos presenta una forma de vivir no tan lejana de situaciones reflejadas en películas futuristas, habiéndose abierto nuestra percepción de lo íntimo y dando paso a la publicidad de nuestras rutinas de habitación. En la actualidad, somos conocedoras de cómo nuestra sociedad cohabita en su perfil más íntimo, que ha sido exteriorizado por medios audiovisuales en las redes sociales y medios de comunicación. Esto nos ha hecho vivir en un estado entre lo virtual y lo físico, entre lo material y lo biológico, siendo la palabra hablada y escrita, la ropa, el mobiliario o la arquitectura nuestros posibilitadores de nuevas realidades; esas realidades alternativas que nos permitirán generar estímulos exteriores. Y, sin embargo, todos esos artefactos que hemos utilizado para mediar con esta situación de emergencia eran antiguos y nos hablaban casi de la precariedad en la que vivimos. ¿Cómo hubiera sido nuestra realidad si nos hubiéramos servido de diseños creados en los últimos años y no de objetos cuya concepción ideológica supera los cincuenta?

La muestra presente construye una experiencia que acumula diferentes vivencias pandémicas, teniendo en cuenta el pensamiento artístico y cultural que se ha desarrollado en los últimos años. Se pretende así reivindicar la necesidad de eliminar la disociación existente entre los planteamientos teóricos y la realidad en la que vive la sociedad, negándose que la atmósfera expositiva sea una utopía camino de la distopía, si no que debería llegar a ser aceptada en el contexto para el que fue creada. Porque, frente a vivir en un espacio estático, es necesario que nuestro hogar nos permita experimentar diferentes atmósferas con ficciones más complejas o, dicho de otra forma, entornos domésticos compuestos de situaciones adulteradas. Esto desencadena un nuevo escenario de afectos con nosotras mismas, con los demás y con nuestro entorno virtual.

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