29.4.2020

Lujo Hospitalario

Desde una perspectiva entendida y rigurosa, El Arquitecto Carlos Soto Castillo, nos ofrece la posibilidad de conocer el que quizás sea el edificio Moderno más importante de la ciudad del Cusco. En tiempos de Pandemia, nos llama la atención sobre los destinos que la infraestructura hospitalaria ha recibido los últimos años, teniendo en este edificio un referente al que aún no nos hemos podido siquiera aproximar.

Hospital Adolfo Guevara Velasco de Cusco 1979-1983

Fue a fines de la década de 1970, cuando el prestigioso e influyente estudio de arquitectura peruano Cooper-Graña-Nicolini, recibió el encargo de diseñar un hospital púbico de alta complejidad, el cual representa, hasta el día de hoy, el encargo más grande y complejo realizado por la oficina.

Se trata, sin duda, del mejor hospital público construido en el Perú de aquellos años, curiosamente ubicado fuera de Lima, en la ciudad del Cusco, y a la fecha, después de casi 40 años, aún no existe otro en el país que supere sus cualidades espaciales, hecho que delata la importancia y significancia del edificio y sus creadores.

El hospital se ubica en el distrito de Wanchaq, de la ciudad histórica del Cusco, sobre un predio que ocupa una manzana de forma trapezoidal de 78,447.00 m2, manzana que resulto de la subdivisión del antiguo y primer campo de aterrizaje de la ciudad, denominado la Pampa del Polvorín, el cual opero hasta 1966.

El proyecto, como requisito planteado, por los  funcionarios del gobierno Peruano, debía atender una capacidad inicial de 300 camas, con posibilidad de ampliar a 500,  y además, desarrollado en un gran bloque compacto de 10 niveles de altura, requisitos que fueron atendidos parcialmente, pues los proyectistas consideraron exagerada e inaceptable la altura requerida, por ser contraria a la escala urbana del Cusco y además porque en aquel momento, la ciudad se encontraba en proceso de conseguir su declaratoria como Patrimonio Mundial ante la UNESCO, la cual fue obtenida en 1983.

Fieles a sus convicciones, aunque ello significo poner en riesgo la continuidad del proyecto, la estrategia proyectual adoptada fue integrarse al contexto urbano del Cusco, tanto en escala como en ciertas condiciones particulares del sitio, como el uso de cubiertas de teja de arcilla y la incorporación de patios al interior del conjunto, elementos característicos de su entorno físico y del tejido urbano tradicional del Cusco.

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El mayor desafío del proyecto fue, conciliar rigurosamente, los parámetros y principios del planeamiento hospitalario, de alta complejidad, con una arquitectura que responda, más allá de sus aspectos funcionales, a la configuración de espacios que contribuyan a fortalecer el bienestar físico y mental de las personas, en dicha labor fue fundamental el asesoramiento de Robert Chapman, experto en planeamiento hospitalario, quien contribuyo en la definición de las distintas zonas y unidades espaciales en que se divide el hospital y las interrelaciones entre los diferentes servicios.

El proyecto se desarrolla en tres niveles y un nivel técnico (intersticio), entorno a la generación de patios, resultando una interesante trama espacial de llenos y vacíos, los cuales constituyen importantes garantes en la dotación de luz y ventilación natural a cada uno de los espacios del edificio, demostrando que la búsqueda por la eficiencia energética no es una preocupación reciente, en aquellos que han decidido dedicarse al oficio y disciplina íntegramente.

En torno a los patios se desarrollan pasadizos que atraviesan el edificio, en diferentes direcciones, organizando eficientemente el programa arquitectónico, sin embargo, estos conectores, más allá de allanarse a su funcionalidad ofrecen una experiencia perceptiva protagonizada por la luz natural, como símbolo de salubridad e higiene, el cual, acompañado de acabados, detalles y colores garantizan el sistema perceptivo, necesario en este tipo de edificios, estimulando así el bienestar físico y mental de las personas.

El soporte estructural del edificio está garantizado por un sistema de pórticos y vigas de concreto armado, cuya modulación y dimensiones son compatibles con la complejidad del programa y rigor funcional y técnico del edificio. Su emplazamiento y modulación estructural han sido planteados con la finalidad de posibilitar futuras ampliaciones y/o adecuaciones, consecuentes con los cambios internos y externos propios del sistema sanitario, todo ello con la finalidad de mantener su vigencia en el tiempo.

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A pesar de los años, el edificio se mantiene vigente en todos sus aspectos, se mantiene como un importante hito urbano de la ciudad, que incluso, en tiempos de coronavirus da garantía de higiene y salubridad a su comunidad, hecho poco usual ante la crisis de infraestructura sanitaria que desde hace buen tiempo vive el Perú, y el COVID-19 parece haber evidenciado, esta vez con letalidad y crudeza, dicha realidad.

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