6.2.2006

Actualización de la Gran Vía de Madrid

La Gran Vía ha elevado el nivel de exigencia sobre el espacio público y deparado una atención respetuosa hacia el peatón.

La calle que perdió su sombra. Necesidad de la actuación
La Gran Vía es uno de los ejes de la vida madrileña, un personaje principal dentro de la narrativa urbana madrileña, su carácter relata avatares y humores, el ritmo y el sentir de la ciudad. Es la calle que conduce al éxito o al fracaso; sus notorias salas de cine y teatro albergan cada temporada los estrenos más importantes y la visitan estrellas de fama internacional. Con sus lujosos hoteles, y llena de vitalidad, la Gran Vía es la respuesta madrileña a Piccadilly en Londres o Broadway en Nueva York. Es una arteria palpitante de la ciudad, flanqueada por algunos de los más bellos y barrocos edificios, los primeros rascacielos y palacios del cine de la era del jazz.

En 1910 segaron catorce calles para crear la Gran Vía de Madrid y convertirla en un bulevar que permitiera el paso de los nuevos coches de motor. La Gran Vía vivió su época dorada en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, cuando era la cima de la sofisticación. En sus 1.300 metros de longitud hoy persiste un espíritu revoltoso, en medio de las luces parpadeantes y el bullicioso torrente humano que acude para pasar el rato en cines, cafés y restaurantes. Destacan los neones y los carteles pintados a mano de los cines, el primer rascacielos de Madrid, construido en 1929, edificio angular de la Compañía Telefónica Nacional, o el bar donde Chicote ofrecía cócteles a celebridades como Frank Sinatra y Ava Gadner

Pero la Gran Vía había ido deteriorándose. La calle presentaba excesivos obstáculos, elementos urbanos colocados sin criterio ni orden y un alto grado de deterioro del producto. Como espacio urbano carecía de una imagen unitaria.

Madrid es la capital más elevada de Europa, 655 metros sobre el nivel del mar.

Tiene una población de 2,9 millones de habitantes

Concentra el 90% de las empresas que cotizan en Bolsa y en 2001 fue la destinataria del 71,9 % del total de inversiones extranjeras que se realizaron en España.

El año pasado se cumplieron ocho siglos del Fuero de Madrid, el primer ordenamiento jurídico de la ciudad.

Tiene 90 museos, un bar por cada 218 habitantes (36 distintos para cada día del año) y 2.682 restaurantes.

Arte, diversión, negocios y barrios con marcadísima personalidad hacen de Madrid una ciudad hospitalaria que afronta una nueva etapa.

Ha sido elegida ciudad candidata para albergar los Juegos Olímpicos del año 2012.

La Nueva Gran Vía
En 2001, la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid convocó un concurso para la primera remodelación integral de la historia de la Gran Vía. Los responsables municipales anunciaron que valorarían sobre todo la calidad del diseño y de los materiales. En abril de 2001 eligieron el proyecto de una U.T.E. (Unión Temporal de Empresas) compuesta por las constructoras Portillo y Quijano, que invitaron a participar a Santa & Cole con sus elementos urbanos. El proyecto de 5,2 millones de euros ofrecía «una propuesta sencilla y limpia que no se impone al aspecto arquitectónico de la zona» (en palabras de Elena Utrilla Palombi, Concejal Delegado de Área de Obras e Infraestructuras del Ayuntamiento de Madrid).

Uno de los principales objetivos de la transformación ha sido el máximo aprovechamiento de la superficie disponible de la vía. Con el fin de mejorar la movilidad peatonal, se ha introducido un criterio de orden y racionalización de la acera consistente en delimitar una banda de servicios, más próxima al bordillo, donde se ubican los elementos urbanos y el arbolado, y una amplia banda libre de obstáculos para el tránsito peatonal.

Los elementos urbanos se han distribuido en la calle siguiendo una pauta rítmica. Las farolas sirven de guía, de manera que no sólo equilibran el recorrido sino que proyectan una iluminación uniforme a lo largo de toda la calle.

2.000 metros cuadrados de acera
La remodelación ha conseguido ganar 2.000 metros cuadrados de acera. La acera se divide cromáticamente en dos zonas, una más clara por la que circulan los peatones y otra más oscura, de servicio, donde se concentra el mobiliario urbano.

El granito, de diferentes colores y tratamientos superficiales, ha sido el único material utilizado en la pavimentación. En su elección se ha tenido en cuenta su excelente comportamiento ante los rigores climatológicos y de uso, sus cualidades estéticas y su adecuación al entorno, pues armoniza con los basamentos de los nobles edificios de la Gran Vía. Los peatones son los auténticos protagonistas de esta remodelación: ganan en espacio, y en ordenamiento, calidad y funcionalidad del mobiliario urbano. Antes «la calle era un verdadero desafío para los viandantes por el desorden del mobiliario urbano, que obligaba a esquivar los elementos para caminar». Ahora, los peatones circulan como si lo hicieran por una «alfombra» por el pavimento de granito del que se han eliminado obstáculos y elementos urbanos, retirándolos hacia la franja de acera más próxima a la calzada.

Distribución de los elementos urbanos
La diferenciación entre la banda de servicios y la de circulación se establece no sólo por el cambio en la coloración del granito sino por la dirección de colocación de las piezas.

La franja de servicios se ha pavimentado con granito negro Santaolaya Extremadura, mientras que la de circulación se articula en dos partes: una pavimentada con piezas de granito gris Gallego, colocado en el sentido de la marcha y una banda de adoquín que actúa como junta elástica para absorber las variaciones provocadas por los retranqueos de las mismas. Tanto el granito negro como el gris están flameados para que el pavimento no sea deslizante.

La pavimentación de las aceras varía en algunos sectores singulares, como las bandas de aviso para ciegos. La alfombra peatonal presenta así continuidad en los cruces menos importantes. El paso cebra se ha pavimentado con adoquines de granito negro y blanco Cáceres, y con el fin de favorecer el tránsito peatonal frente al rodado y suprimir al máximo las barreras arquitectónicas se ha respetado el nivel de la acera.

A su paso frente a cines y teatros, elementos que han dado a la Gran Vía parte de su carácter, se ha aumentado el tamaño de la pieza, que está ejecutada al corte y con un tratamiento cerrado (sin textura pero antideslizante). Asimismo se ha interrumpido la barandilla y colocado bolardos con el fin de favorecer la evacuación y el acceso a las salas de espectáculos.

Renovación de los elementos urbanos
La nueva Gran Vía contará con 109 farolas MILEWIDE de Phillips, y 28 bancos NU con respaldo, 310 bolardos y 1.500 metros lineales de la barandilla LÍNEA, 101 papeleras FONTANA, 135 alcorques MONDRIAN y 325 pilonas FINISTERRE estrechas, todos ellos elementos urbanos de Santa & Cole, Ediciones de Diseño, S.A.

Separadas por veinticuatro metros de distancia, las farolas cuentan con dos puntos de luz, uno situado a cinco metros de altura, que iluminará a los transeúntes, y otro a diez metros proyectará luz sobre la calzada.

El banco Nu de Jordi Henrich y Olga Tarrasó, una plataforma plana y sencilla de madera, invita al asiento al paseante.

La emblemática calle incorpora el alcorque pictórico Mondrian, elemento funcional que ofrecen una elegante sutura entre el pavimento granítico y el espacio de tierra destinado al árbol, e incorpora con su original rejilla un elemento artístico que rinde homenaje a pintores del siglo XX. Los alcorques pictóricos son obra de Antoni Roselló.

Otro de los elementos de renovado diseño son las papeleras. La papelera Fontana, obra de Antoni Arola, es un contenedor estilizado y ergonómico que contribuye a esa actualización de la imagen de la histórica calle. La papelera aporta robustez y sobria elegancia a un elemento funcional.

Desaparecen de la Gran Vía las enormes jardineras blancas que se alineaban en las aceras y se habían convertido en simples papeleras.

La barandilla línea, obra de Montse Periel, delimita todo el perímetro de la acera para impedir cruces por lugares prohibidos. La barandilla tiene 90 centímetros de altura y está formada por perfiles de acero inoxidable que producen un efecto liviano sin ejercer de barrera visual.

Según representantes del propio ayuntamiento de Madrid: «El mobiliario urbano y el alumbrado colocado en la calle es producto de la creatividad de los mejores diseñadores en esta especialidad que han dado soluciones técnicas eficientes a la vez que estéticamente adecuadas. El resultado de este esfuerzo ha permitido completar la propuesta urbanística con una solución equilibrada y sensata que minimiza los obstáculos visuales y funcionales en el espacio de la calle y se adecúa con elegancia al paisaje urbano y a su identidad formal».

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