5.2.2013

Parque de los Pies Descalzos y Museo de Ciencia y Tecnología

Este proyecto surgió como contrapropuesta a la solicitud de EPM de renovar y ampliar el área de aparcamientos localizada enfrente del edificio inteligente, propiedad del grupo. El sitio era un área semiabandonada de unas 3 hectáreas, bordeado por importantes vías y conectado a edificios de valor cultural, histórico e institucional de la ciudad. El centro administrativo La Alpujarra se encuentra a pocos metros, aunque sin buena conexión peatonal.

El sitio y el paisaje

El proyecto propuso un gran espacio abierto de uso público, recreativo y cultural, conectado visual y físicamente con los espacios adyacentes, y servido por un museo interactivo cuyo basamento alberga usos comerciales.

De las 3 hectáreas disponibles se ocupó 1,20 hectárea para aparcamientos y se agregó una parcela de casi una hectárea, adyacente al edificio EPM, para completar los espacios requeridos inicialmente. Los bordes se materializaron como taludes verdes que ocultan la presencia de los automóviles desde la calle y un paso peatonal a nivel, arbolado y provisto de mobiliario urbano, se convierte en el límite con el parque, que ocupa las casi 2 hectáreas restantes de la superficie original.

El parque se conforma con espacios de carácter diverso: una gran explanada urbana, que se enfrenta al acceso principal y atrio del edificio EPM, un área verde y arbolada que rodea un espacio central plantado completamente con bambúes y un área cubierta de materiales diversos como arena, grava y piedra, que contiene el sector de niños y sus respectivos espacios de uso pasivo, para padres y otros usuarios.

La explanada y el área de niños se conectan directamente con el espacio público ocupado por el Museo de Ciencia que, a manera de borde, se levanta en el extremo oriental del parque.

Tanto la explanada como el área verde que enmarca el bambusal están plantadas con árboles nativos de gran porte; la plaza seca presenta una doble alineación de búcaros, que fueron transplantados de las riberas de la región para asegurar su tamaño. Los únicos senderos de diseño irregular del parque se encuentran dentro del bambusal, trazados como pasos peatonales entre el follaje denso que se conforma naturalmente.

El desnivel existente entre las calles opuestas, de casi un metro, se utilizó a favor de la creación de una topografía irregular, con uno de los bordes a nivel de la calle y el otro, en coincidencia con el área de aparcamientos, elevado gradualmente con respecto a aquél.

Arquitectura y escala humana

El museo es un edificio sólido, de tres pisos y forma longitudinal, que “cierra” el sitio en uno de sus lados. Sin embargo, este cerramiento es virtual en el nivel del basamento, abriéndose por partes para permitir el paso de la gente desde el parque hacia los espacios urbanos contiguos y, en parte, dando lugar a la localización de locales gastronómicos con paneles vidriados que preservan la conexión visual entre uno y otros.

El edificio se soporta con seis bloques de hormigón, cuyos interiores albergan el paso de los servicios y las columnas estructurales. En el interior del museo, estos volúmenes de planta oval se perciben como piezas independientes de líneas suaves que marcan ritmo y definen circulaciones internas, en tanto que en la cubierta sobresalen a modo de tapas.

El revestimiento del edificio se realizó con el mismo material que los solados de la explanada del parque, generando continuidad visual entre piso y plano vertical que remite al concepto de escenario y fondo. Interrumpiendo la superficie continua de la explanada urbana, aparecen tres elementos de agua: un espejo de agua linear y poco profundo, que alude a ciertas construcciones precolombinas que se utilizaban como lavapies, que en el parque es utilizado por niños y adultos como elemento de relajación, aportando frescura al lugar; una fuente semihundida con tres lados que funcionan como escalones para el descanso y como acceso hacia el agua, que fluye constantemente por unos jets horizontales, y una serie de chorros intermitentes de diferentes alturas, localizados centralmente, entre los que los niños caminan, saltan y se empapan.

El mobiliario del parque incluye varios modelos de bancos y superficies en donde sentarse, recostarse, comer y jugar. Cada uno de ellos fue diseñado para otorgar comodidad y atraer el uso tanto individual como de grupo; sean formales o rústicos, ubicados para conectar niveles diferentes o como elementos de reposo y observación, ofrecen la posibilidad del rito del ocio público y de socialización entre ciudadanos.

El área que corresponde a las tiendas y los locales de comida rápida en el primer nivel del museo se define como una gran terraza que balconea sobre el parque, a modo de piano nobile. El cerramiento superior es un plano que, originado en el volumen del edificio, desciende hasta llegar a una altura acorde a la escala humana, actuando como alero que ofrece sombra al usuario y como marco horizontal que refuerza la percepción acotada del espacio del parque.

 

Biografía de Felipe Uribe de Bedout

Arquitecto urbanista de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1988, y profesor titular de la misma universidad. Director del Laboratorio de Urbanismo UPJ de Bogotá. Profesor en las maestrías Arquitectura y Tecnología, Universidad Torcuato Di Tella, y de Arquitectura, FADU-UNL, en Argentina. En 1990 funda el estudio Uribe de Bedout arquitectos. Realiza obras públicas que contribuyen a la renovación urbana y la recuperación social de Medellín y proyectos urbanos en El Salvador y la Argentina. Es conferencista junto a Kishi, Endo, Claus & Kaan, Chipperfield, Pinos, Prix, Owen Moss, entre otros. Gana el premio nacional de arquitectura, “Accésit II”, Bienal Iberoamericana; tres menciones honoríficas especiales, Bienal Panamericana de Quito, y es finalista en la V Bienal de San Pablo. Toda su obra es publicada internacionalmente.

Biografía de Ana Elvira Vélez 

Realiza estudios de Arquitectura en la Architectural Association School of Architecture y recibe su grado en 1992. Profesora en la Universidad Pontificia Bolivariana hasta 2006; jurado para la Bienal Boliviana en La Paz, octubre de 2004; conferencista del VII Congreso de Arquitectura y Diseño, de Arquine, “Caja Box”, ciudad de México, marzo de 2006, y jurado de la VII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), Madrid, abril de 2010. Ganadora del premio “Germán Samper Gnecco”, 2004; de la XIX Bienal Colombiana de Arquitectura con el proyecto “La Playa apartamentos” y varias menciones en las bienales de arquitectura colombianas.

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