Pico de Verapaz

En este inmueble de dos plantas se utilizaron materiales, color e iluminación para expresar elegancia y contemporaneidad. Se desarrolló el proyecto en 290 m2 de superficie, que se aprovecharon metro a metro, para brindar una experiencia relajante, armoniosa y acogedora para los inquilinos y visitantes de este moderno —pero a la vez conservador— departamento. La planta baja se convirtió en una zona pública/social, con salón de TV y zona de servicio. La terraza está rodeada de paisajismo, que permite extender hasta el exterior la zona de sala y comedor, dando al espacio un agradable sentido de amplitud, muy necesario en este tipo de propiedades. En la planta alta se localizan el estudio, recámara principal y dos secundarias. En la sala comedor se dejó la losa aparente, y se desplantó una celosía de tzalam como plafón que fue empleado en varias zonas para mostrar equilibrio entre los espacios existentes. También es recurrente el empleo de lambrines en tonos suaves y de madera de tzalam en otras áreas. Los colores usados como marrón y gris (pimienta y neutrón) rompen el paradigma de los colores cálidos que suelen usarse en la gama del terracota, naranja y ocre. Para reforzar la calidez del espacio se optó por estrategias de contraste entre los acabados así el piso pétreo, comúnmente percibido como frío, contrastó con la madera en muros y plafones. El departamento tiene colocadas con singular estrategia una serie de obras de arte acordes al diseño del proyecto, entre las que destacan El señor cara de papa del artista Rubén Ochoa y las piezas del maestro Chucho Reyes.