3.7.2007

Universidad Nacional de Quilmes, Sede Bernal

La obra se inscribe en el proceso de refuncionalización y reciclaje de las antiguas plantas fabriles que, junto con algunas instalaciones militares obsoletas, constituyen una gran oportunidad de aprovechamiento de importantes construcciones en áreas urbanas y suburbanas.

En este caso se trata de la vieja fábrica Fabril Financiera de Bernal, de principios de siglo, cuya nobleza de construcción, aunque en general rústica, consistente en cubiertas livianas soportadas por cabriadas de perfiles de acero de 18 a 24 m. de luz apoyadas sobre sólidos muros ciegos de albañilería portante, conformando un sistema de grandes naves aptas para contener espacios académicos de todo tipo; tanto bandas de doble crujía de aulas o laboratorios como oficinas y hasta el aula magna.

Una de las naves que, por correr en sentido perpendicular a todas las otras, se tomó como espacio estructurador del conjunto, pudo contener el desarrollo de un ágora que es a la vez que circulación troncal, el espacio de encuentro de docentes y estudiantes.

De una ciudadela amurallada, poblada de construcciones seriadas guiadas sólo por el objetivo de la producción textil, la lógica de las máquinas y de la materia prima, se pasó a capturar una dosis de alegría, de afabilidad y de comunicación para las miles de personas que hoy la habitan. Estos objetivos son visibles en el ágora, en la biblioteca y en la calle interna de acceso. La ciudadela de hoy es una Universidad con calles, avenidas, esquinas, plazas y edificios diversos, rodeados de un bosque.

Se ha desarrollado una arquitectura que sigue al personaje: no se trabajó con un programa genérico y supuesto. Cada laboratorio, cada aula especial fue ejecutada para una particular línea de investigación, desarrollada por profesores y científicos concretos que pedían lo que necesitaban. En el contexto argentino, se suma la fuerte innovación, característica de esta joven universidad, que genera un programa borroso y dinámico.

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La obra creció ininterrumpidamente mediante múltiples y pequeñas etapas con una intensa dirección de obra. La primer obra fue el ágora y las últimas obras terminadas fueron los laboratorios para docencia, el comedor, el sector para las incubadoras de empresas, nuevas aulas especiales, el área de deportes y la zona para plantas industriales piloto, que incluyen una fabrica de sopa y una panadería que permitirán abastecer comedores escolares de la zona sur. La última obra es el sector dedicado a Internet y el nuevo bioterio.

Las viejas naves industriales fueron una cantera inagotable de materiales, centenares de toneladas de perfiles de hierro, miles de metros de caños de los sistemas de fluidos de la antigua planta industrial fueron reutilizados y facilitaron la velocidad de las obras, bajaron los costos, y sobre todo otorgaron una mayor inteligencia y mejor destino a todo lo que era reciclable, reduciendo el nivel de impacto ambiental de la obra. Todo el producido de la demolición fue vuelto a moler dando nueva vida a las antiguas cales de principio de siglo.

Se recuperaron y consolidaron aproximadamente 25.000 m2 de galpones y deterioradas estructuras de hormigón armado. Se sustituyó la cubierta de fibrocemento original por otra superaislada desde el punto de vista térmico e hidrófugo, dotados de un sistema de iluminación natural cenital que recorre la totalidad de las plantas.

Las particiones interiores son flexibles y un sistema liviano de entrepisos a base de tubos y perfiles metálicos recuperados de la antigua fábrica oficia de articulador y proporcionador del espacio de las primitivas naves, nuevas estructuras de hormigón de 2 pisos albergan los nuevos programas sin ocupar superficie de terreno libre. Se suma a la obra descripta la totalidad del mobiliario, que fue también diseñado especialmente.

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En particular, la disminución de la huella ecológica ?que generan las grandes construcciones que responden a grandes programas de arquitectura- ha alimentado las decisiones arquitectónicas de la obra, además de la búsqueda de la alegría y la eficacia antes mencionada. Las miles de toneladas de hierro recuperadas, los miles de metros cúbicos de escombros molidos y reutilizados, la liberación de pisos que impedían al agua retornar al suelo absorbente, la iluminación y ventilación natural cenital, en definitiva, la no destrucción del trabajo humano, que es parte de la memoria, en este caso de la memoria industrial de nuestro país, permitieron bajar el nivel de entropía de esta arquitectura para la educación.

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