SF872

Ubicada en el centro histórico de la ciudad, la casa  SF872 fue construida originalmente en el año de 1959. El desafío para su primera remodelación en 1996 consistió, fundamentalmente, en respetar el proyecto original adecuándolo a las necesidades de sus nuevos moradores actualizando su imagen plástica.

Repoblar el centro histórico parece la única solución para salvarlo; al tiempo, este  proyecto pretende recuperar la función original de la casa adaptándola tanto para cumplir las nuevas exigencias como para ofrecer una nueva imagen que exprese -en un lenguaje contemporáneo- la actitud de una nueva generación hacia la recuperación de los antiguos barrios de la ciudad.

La solución planteada surge de la reutilización de los espacios otorgándoles una nueva personalidad: la casa se vistió totalmente de blanco tanto en el interior como en el exterior con la intención de ofrecer una nueva imagen, limpia y luminosa que contrasta francamente con el entorno.

Se sustituyó la cubierta original del patio por un techo de cristal que produjo una nueva luminosidad que permita una lectura espacial más clara; al mismo tiempo se revalorizaron los espacios públicos articulándolos con un patio interior en donde la chimenea  vino a convertirse en el eje principal que ordena la secuencia espacial y potencia la individualidad de los recintos. El juego de Patio interior – exterior permite disfrutar las secuencias estéticas de la luz durante las distintas horas del día en las diferentes estaciones de año.

Fueron removidos distintos elementos que complicaban la lectura espacial, asimismo el mobiliario fue diseñado ex profeso para el proyecto con la intención de fusionar arquitectura y diseño de interiores en un solo concepto que ofreciera a la vieja casona una segunda oportunidad a cuarenta años de distancia.

Diez años después de la intervención citada, la firma enfrenta un nuevo desafío: transformar la casa en las oficinas de sus mismos propietarios. Se establece como premisa el respetar el partido original y proteger la finca en un gesto de retribución justa al servicio que la propiedad ha brindado a esta familia.

Lo que antes fueron recámaras se convierten hoy en privados, el distribuidor y la sala en áreas de taller, el comedor en sala de reuniones y la cocina en un amplio privado;  las otrora áreas de servicio se convierten en la cocina, comedor y taller de maquetas. Así, el partido original en su aparente simpleza resiste sin dificultad las nuevas exigencias espaciales.

Se instalan nuevas redes de electricidad, telefonía, cómputo y aire acondicionado sin afectar la estructura original; los baños se han sustituido completamente y de nuevo, gran parte del mobiliario es diseñado ex profeso. Se ha instalado un plafón de madera en la doble altura que tamiza mejor la luz y un móvil de alambre navega en el interior de este magnífico espacio.

Los libros, las maquetas y unas cuantas esculturas han llegado para acentuar la personalidad espacial. El silencio guardado por los muros durante tantos años ofrece ahora un inmejorable sitio para trabajar, demostrando así que tres generaciones pueden coexistir en un mismo espacio durante un lapso de tiempo; largo para el hombre, breve para la arquitectura.

El resultado final es una extraña mezcla de lo nuevo con lo anterior, resulta difícil distinguir donde termina un proyecto y donde empieza el otro. El cambio de género parece sentarle bien a la propiedad: la casa sonríe de nuevo ante las cámaras, pero en esta ocasión, son los propietarios los que reciben una segunda oportunidad casi cincuenta años después. Texto por Ana Guerrerosantos

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