24.4.2012

Museo Gösta Serlachius, Mänttä

El museo Gösta Serlachius se encuentra en una parte de condiciones paisajísticas y naturales excelentes. En la orilla del lago el cuidado jardín, los árboles y la silueta imponente de la casa existente tienen una presencia determinante, por lo que podría decirse que la parcela se alimenta del lago y de la naturaleza circundante tanto como la imagen del lago se apoya en la presencia del actual museo, que refuerza su presencia debido al desnivel de 7 metros que tiene la parcela.

La propuesta pretende respetar al máximo este equilibrio paisajístico existente en el que el entorno natural del lago, el jardín y el actual edificio parecen convivir en paz. Aprovechando el desnivel existente en la parcela, el edificio intenta minimizar su presencia, manteniendo los aleros por debajo de la cota +107, es decir coincidiendo con el nivel de apoyo del edificio actual. De esta manera la propuesta parte el programa en dos cotas de apoyo, la +104 , en la que se ubican los usos que requieren menor altura libre y la +102, en la que se ubican las salas de exposiciones alcanzando alturas libres de hasta 9 metros.

El nuevo edificio presenta una doble imagen, por un lado pretende minimizar su presencia y rebaja su altura fundiéndose con el terreno y orientando sus cubiertas verdes en continuidad con el jardín existente, en un esquema de implantación que podría calificarse de “camuflaje”. Por otro lado el edificio reclama su condición de edificio contemporáneo y se muestra en toso su esplendor hacia las orillas del lago, reclamando su presencia como un conjunto de cubiertas orientadas a la luz y que a pesar de las diferentes orientaciones transmiten una idea de unidad debido a una ley geométrica constante que unifica el conjunto. El edificio de la ampliación se genera como una suerte de cubiertas amontonadas que ofrecen un zócalo construido a la antigua mansión que domina el conjunto, produciendo una imagen que metafóricamente podría recordar a la de una ciudad medieval en la que se contraponen la fortaleza y las cubiertas del caserío residencial; una villa medieval contemporánea dedicada al arte que llega hasta la orilla del lago.

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Mediante esta estrategia de implantación en sección, el edificio actual mantiene de manera rotunda la hegemonía del conjunto, apareciendo el edificio de la ampliación en un segundo plano dentro de la plaza de acceso actual. Una rampa exterior conecta el espacio público de acceso a la antigua mansión con el nuevo acceso que desemboca en el hall principal del edificio sobre el que se vuelcan todos los usos previstos para la ampliación del museo.

El edificio se organizan a partir del programa, agrupando los diferentes paquetes funcionales dentro de volúmenes compactos que muestran su independencia en el conjunto. De esta manera se dedica un volumen a cada grupo funcional, oficinas, conservación y archivo, auditorio, restaurante, exposiciones, lo que ofrece al visitante una imagen clara y rápida de la organización del edificio.

Los insterticios entre los diferentes volúmenes se aprovechan para generar los puntos de acceso, así el acceso de personal, y cargas se localiza entre los volúmenes de conservación, archivo y manipulación, y las salas de exposiciones temporales, además de permitir el acceso directo al hall principal. Otro espacio intermedio similar se genera entre la sauna el restaurante y los usos públicos de auditorio y aula, permitiendo de este modo un acceso directo desde el jardín al restaurante o al hall de entrada.

El edificio hace además un esfuerzo desde el punto de vista constructivo por adaptarse al lugar. La madera tratada de diferentes formas resuelve la estructura, los cierres y las fachadas. La estructura se conforma a partir de elemento lineales de madera lamina arriostrados con paneles de 9 cms de KLH, mientras los forjados se resuelven con paneles de forjado KLH complementados con vigas de madera laminada. Al exterior una piel continua de madera de alerce actúa como revestimiento, mientras que el interior se recubre de paneles de celulosa y madera tratados en blanco, que apoyados por el acabado continuo de hormigón pulido del suelo, generan un espacio neutro en el que poder exponer cualquier contenido con total flexibilidad.

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