4.11.2009

Concurso Centro Cultural de Córdoba – UNC, participante

La ciudad de Córdoba conserva obras de arquitectura que datan de la época de la Colonia, verdaderos monumentos representativos de ese período -siglos XVII y XVIII-; obras del siglo XIX en menor cantidad pero de excelente calidad, tanto en la doméstica como en la pública y obras del siglo XX con su impronta particular que le fueron cambiando su fisonomía y escala, produciendo transformaciones urbanas como la densificación del Área Central y por otro lado, el crecimiento en extensión.

El casco histórico de la ciudad naturalmente sufrió el efecto, fue perdiendo calidad de vida, fue transmutando.La interpretación urbano-arquitectónica de manzanas con singular ubicación -pleno centro- de la ciudad de Córdoba, se apoya en la premisa de situar y articular cualidades esenciales de la vida cotidiana, rehabilitándolas y destacándolas.
Se plantea una idea urbana consciente del entorno inmediato y mediato, que constituya un ejemplo de recuperación y transformación. Un proyecto viable que además posibilita su reinterpretación y adecuación a futuras intervenciones a otras manzanas del Área Central donde se convive con edificaciones, plazoletas, plazas y boulevares que representan importantes hitos en la historia religiosa, política, social, cultural y económica de la ciudad.
En ese sentido, el ámbito universitario constituye el fiel reflejo de una sociedad donde se reproducen sus relaciones de poder. Su objetivo es lo colectivo. Esta analogía se manifiesta también en su forma física. El marco físico de una universidad está siempre ligado a la vida de la comunidad.
Cualquier pensamiento que incida físicamente sobre la ciudad es siempre un acto de arquitectura, es un hecho generador de ideas y motor de transformaciones de la sociedad que recibe consecuentemente un impulso de progreso.

El argumento
La construcción de la ciudad es plural, fragmentada y constante. En tal sentido, en la idea propuesta, el pensamiento que prima actúa como proceso para poder revitalizar un sector de la misma.
Todas las investigaciones están dominadas por la especial naturaleza del solar a intervenir. La situación plantea una primera operación: la «liberación» de preexistencias arquitectónicas.
El «hueco» resultante es un reflejo tanto de la escala urbana a nivel manzana como del principio que ordena a los edificios vecinos con arquitecturas de diferentes épocas, escalas y significados.
Abrir una esquina de manzana como acto voluntario de crear espacios públicos, refuerzan y ponen en valor en el imaginario ciudadano lo que significa y representa una plaza, un paseo peatonal, una esquina, una galería, una recova, una terraza-jardín.
El diseño del nuevo edificio intenta estar en consonancia con la composición de su masa, la sencilla materialidad de sus volúmenes y la articulación del vacío. Volúmenes abstractos, escultóricos que logran un efecto de piezas monolíticas, aunque al mismo tiempo etéreas que conformarán los emplazamientos a una singular constelación de funciones culturales diversas. No es una arquitectura que adora el contexto, lo único que desea es ser correcta o sólo lo bastante familiar y estática como para ofrecer un esquema claro, sin hacer grandes aspavientos y que nos hace tomar conciencia de dónde estamos ubicados ahora.
La imagen resultante en este caso ayuda a interpretar una manera de vivir y de relacionarse: una morada del hombre universitario gregaria y pluralista.

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Criterios de intervención
La escala que propone el entorno con los edificios existentes e históricos y sus espacios referentes de singularidades, es decir la conformación de su escala histórica, es el punto de partida. Este «zócalo» genera el ámbito necesario de actividades públicas y sociales de la nueva propuesta. La voluntad de continuidad del espacio público produce una configuración engarzada al espacio exterior resultante, creando visuales del sitio en todas direcciones. A todo esto se le contrapone una nueva escala que da respuesta al estándar de densidad necesaria para tal emprendimiento: edificio cultural en altura, que no sólo representa un estímulo para el desarrollo técnico, sino un reto creativo para quienes desean reflejar en ellos determinada imagen como espíritu resultante de una época y pieza fundamental en la definición de la ciudad.
El plano horizontal, tan cambiante y dinámico, territorio del ciudadano, se «materializa» a través de un enclave que enriquece y revitaliza su naturaleza urbana. Este espacio conforma la identidad del nuevo lugar y en esta operación se facilita la relación del habitante con su medio y su apropiación, potenciando la vida social y cultural en clave urbana.
En definitiva, es la intersección entre el conjunto de circulaciones que se dan a nivel ciudad, «lo público», y los distintos programas funcionales que se materializan en el nuevo edificio, «lo cultural».

Programa
El esquema general en lo referente al «edificio a proponer» que evoluciona en dos etapas, se presenta con una configuración en donde se destaca la interacción del nuevo edificio con la esquina y el perfil de la ciudad. Es decir, la íntima relación entre dos prismas articulados y el zócalo existente, incluido los edificios de la manzana vecina -manzana de las luces- estructurados en el planteo.
La estrategia de las etapas está íntimamente ligada a las funciones que se predeterminan y al especial enclave del terreno.
El planteo del Centro Cultural Universitario funciona a partir de plantas programáticas dentro de las cuales es posible desarrollar diversas actividades. Estas se componen principalmente de un auditorio, salas de eventos y congresos, comedor universitario, sala de presentaciones, editorial universitaria, cafetería-bar, los correspondientes locales de dirección y gestión y los espacios técnicos y circulatorios.
La nueva plaza con la impronta de las «huellas del pasado» actúa a manera de foro y permite el acceso franco al edificio. Éste a su vez «no pisa» los vestigios que señalan la presencia de los jesuitas con su rica actividad cultural y científica, sino que los pone de relieve en clave de «ventanas horizontales» para su observación y reconocimiento.
El hall principal, el espacio de exposiciones conjuntamente con la cafetería-bar terminan de armar el funcionamiento del nivel cero.
Un nivel a + 3.00 metros, se revitaliza con el uso del comedor universitario, la sala de presentaciones y la librería, componiendo un ámbito de interacción humana y social propio de la naturaleza de los verdaderos protagonistas que constituyen la comunidad universitaria. Un acceso directo desde el exterior que se complementa con un balcón-galería permite la franca visualización del entorno y sirve como lugar de encuentro.
Los tres siguientes niveles, que se corresponden con la segunda etapa, están ocupados por aulas de diferentes escalas que dan óptima respuesta a las necesidades programáticas.
El auditorio, a nivel + 6.00 metros, comprendido en la primera etapa, tiene su propio espacio y su propia fisonomía por razones acústicas y funcionales, pero a la vez, una vez completadas las etapas se asocia directamente con el primer hall de aulas.
Se ha buscado para cada espacio la iluminación más apropiada y la conexión visual con el exterior más conveniente.

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