7.11.2013

Concurso Museo San Martiniano, 1er. Premio

Cuando una persona y sus actos son tan determinantes en el destino de un pueblo, constituye un desafío construir el museo que la recuerda.

Y ante todo, ese desafío requiere una actitud de humildad para encararlo. En ese sentido, la premisa es que el nuevo edificio, como mínimo, no afecte los espacios verdes y públicos en donde se emplazará. La idea, entonces, es que el espacio verde vuelva a aparecer, ahora resignificado.

El recorrido ascendente de la nueva plaza, de alguna manera evoca la gesta del ascenso y cruce de los andes, siendo esta una referencia simbólica ineludible, más aun teniendo en cuenta la imponente cercanía de la cordillera. El edificio, con su conformación abstracta, escalonada y recorrible, pretende de alguna manera, la inspiración del ciudadano, invitándolo a reflexionar sobre los actuales desafíos.

Hoy los desafíos son otros. La nueva intervención es una oportunidad de tender al bien común (como lo hubiera hecho San Martín) y poner de manifiesto y promover temas tales como el uso del espacio urbano y la participación ciudadana. El museo, no debiera ser un edificio descontextualizado más. Por el contrario debiera brindarse a la comunidad en la que está inserto y debiera ser parte activa, intentando la transformación desde su lugar. Siguiendo este criterio el edificio pretende interactuar y ofrecerse como alternativa de reunión social y cultural.

Para que esta interacción guarde escala humana y cotidiana, es que el edificio no se entierra totalmente, solo se soterra parcialmente, para generar patios cotidianos a nivel, con el marco de las especies arbóreas existentes. Para potenciar dicha relación se propone un gran frente público sobre el parque, generando un ensanche de vereda con equipamiento urbano que actúa como instancia previa al edificio, generando espacios de intercambio.

De esta manera el trazado curvo frente al edificio se transforma en el “pasaje del museo”, integrado al circuito global de recorridos del parque. El pasaje del museo va produciendo diferentes “ensanches” que van penetrando en el museo. A partir de allí el museo se organiza con una marcada direccionalidad hacia el parque, intentando retroalimentarse el uno con el otro. El ensanche mayor se produce en el remate de la circulación que llega desde el paseo de las casuarinas. Allí se conforma la “plaza del museo”, que se transforma en el acceso al mismo. Esta es la zona donde se produce el mayor vacío, a fin de preservar el área donde se presentan la mayor cantidad de especies arbóreas. Se preservan todos los ejemplares. La “plaza del museo” se transforma en punto de confluencia y encuentro. El edificio pretende tener una fuerte presencia, pero no a partir de gestos arquitectónicos, sino mas bien a partir de integrarse e incorporarse al paisaje natural.

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Se minimiza el movimiento de suelos, utilizando lo que se retira para bases y zonas soterradas, para crear el nuevo paisaje de taludes. El conjunto se completa con una envolvente de acequias conformada en muros paisaje de piedra bola nativa, a donde confluyen los taludes de césped. El resto, apelando a la sobriedad y racionalidad constructiva, propone una paleta de materiales sobria y atemporal que combina vidrio hormigón visto y madera. La estructura no presenta alardes, sino que apela a un esquema racional acompañan al criterio general. El edificio pretende ser un verdadero colchón bioclimático, donde se combinarán la conservación, con la plantación de especies autóctonas que generarán oxígeno y tendidos de sombra.

A su vez, todo esto alimentado con recolección y almacenamiento de aguas de lluvia. Se propone también la captación de energía solar. Además de la contribución efectiva que puedan tener estas acciones, se especula con el efecto de difusión y toma de conciencia sustentable que estas configuraciones despierten en la comunidad. En ese sentido, el aporte de espacios verdes aparece como una necesidad insoslayable y el hecho que no desaparezca una nueva mancha verde en el google earth, pareciera ser uno de los aportes más significativos que el museo puede ofrecer a la ciudad. De alguna manera el edificio pretende tomar, al menos algo de la vocación de servicio y el compromiso del prócer con su ciudad.

Se intenta entonces, trascender la mera construcción de un nuevo edificio, se intenta construir una pieza que haga un pequeño aporte de urbanismo social, promoviendo la transformación del entorno y repercutiendo en mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

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