24.11.2006

Parque de homenaje: Mausoleo Juan y Eva Perón

El proyecto surgió de un Concurso Nacional de Ideas por invitación. El jurado consideró oportuno destacar tres de las propuestas por considerarlas portadoras de sendos valores que el proyecto definitivo debía expresar. En aquellos trabajos originales estaban presentes como elaboraciones y citas: la plaza como espacio del mito originario del 17 de octubre, como escenario de diálogo entre el pueblo y sus líderes; el recorrido como construcción histórica permanente, como camino jalonado de avances y retrocesos; el panteón como recinto de protección, como ámbito de homenaje. Fue así que los tres estudios seleccionados constituyeron un equipo único de trabajo que, bajo la supervisión de la Comisión Nacional de Homenaje, encaró el proyecto definitivo.

Este trabajo conjunto, por su indudable trascendencia, ha significado un doble compromiso. En primer término, el político, el militante, la tarea de concretar la última casa de Juan y Eva Perón. Unido a este desafío, la necesidad de establecer un compromiso profesional, la tarea de interpretar valores y significados que hoy ya no son patrimonio exclusivo de un movimiento político sino del conjunto de la sociedad, y además hacerlo dando testimonio de este tiempo, proyectando un monumento contemporáneo.

Los principios

Memoria. Interpretación del pasado y proyección de futuro.
La memoria es evocación de sentidos pasados, pero es también posibilidad de continuidades presentes y proyecciones futuras. El homenaje no es entonces un ejercicio de nostalgia por un tiempo perdido, es, por el contrario, reafirmación de compromisos, recreación de valores compartidos que aún son un desafío presente y futuro. Las dos vidas que recordamos son el símbolo de la lucha por la justicia social, de la tarea revolucionaria del siglo XX, con evidentes proyecciones continuadas y recreadas en este nuestro tiempo.

Homenaje. Conmemoración masiva e introspección.
La conmemoración tiene dos modalidades necesariamente complementarias y disímiles, la masividad y la introspección. Conjugar la requerida presencia e importancia de la obra posible marco de conmemoraciones masivas, con escalas mas pequeñas y apropiables, propicias para el encuentro personal y la emoción singular, ha sido también una premisa. El peronismo se ha propuesto como sinónimo de inclusión. La plaza, el sitio de su origen, escenario del protagonismo popular es un espacio abierto, incluyente y referencial.

Arquitectura. Inserción en el paisaje y monumento.
Las formas tradicionales del monumento son objetuales, excluyentes, impuestas por escala y distancia a un territorio al que subordinan. La arquitectura propuesta aspira, en cambio, a incluir, abarcar, insertarse. Como el movimiento que la inspira, no es un dogma a priori, es un constante construir desde las propias circunstancias. Sólo podrá ser de ese sitio, comprenderse en ese paisaje. Es en ello radica su originalidad.

Su lenguaje no podrá ser otro que el de la modernidad. Fue el primer peronismo el que introdujo la arquitectura moderna como lenguaje de la obra pública estatal, a través de innumerables y calificados ejemplos en todo el país. Viviendas populares, hospitales, centros educacionales, oficinas de correo, sedes de empresas públicas, aeropuertos, etc., son ejemplos concretos de esta obra. Los lenguajes son portadores de significado. Frente a una estética monumental clásica, la del orden del siglo XIX cuyos valores el peronismo vino a suplantar, la obra se propone como contemporánea, constructora de nuevos sentidos. No intenta copiar estéticas ajenas sino proponer las propias. Austeras, contemporáneas, incluyentes.

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La quinta

El proyecto se encuentra emplazado en el Museo Quinta 17 de octubre, en la ciudad de San Vicente, Provincia de Buenos Aires. El conjunto, circunscripto por un muro bajo de bloques policromados surgido de la inspiración de Benito Quinquela Martín, presenta dos áreas netamente diferenciadas.

La primera, que podemos denominar patrimonial, constituye el núcleo original de la quinta, organizado con una traza orgánica y ajardinada, propia de las construcciones pintoresquistas suburbanas destinadas a segunda residencia en la década del `40. Es posible reconocer en la casa principal, anterior al peronismo, el imaginario que Evita llevará adelante como modelo de vivienda para los trabajadores. El chalet del matrimonio presidencial no distaba en configuración ni en calidad constructiva de las soluciones que desde el gobierno se propondrían como vivienda social de baja densidad. Además de este chalet principal, se encuentran también en este sector la piscina, la torre mirador y un conjunto de construcciones de servicio.

La otra área, que se denominó ?de interpretación? o ?temática?, constituye un espacio incorporado en forma relativamente reciente al uso público a partir de la construcción del museo, con sus salas de exposición y auditorio, la recuperación y exhibición del tren presidencial, y cercana al acceso la implantación de las esculturas rescatadas, originalmente pensadas para el monumento al descamisado. Estas representan uno de los momentos mas emotivos del recorrido, donde en las mismas piezas de mármol puede apreciarse la conmemoración que el peronismo pretendía hacer de los derechos sociales y la reacción destructiva de que fueron objeto durante el `55. La mayor superficie de esta segunda área está ocupada por un frondoso bosque en el que canalizaciones pluviales conforman un pequeño arroyo y espejo de agua, conformando un espacio de alto valor paisajístico. Lindante al museo y con el telón de fondo del bosque, se encuentra el emplazamiento elegido para el Parque de Homenaje, precedido por una hilera de fresnos y dos importantes montes de eucaliptos.

El parque de homenaje

En función de aquellos lineamientos y reconociendo estas preexistencias como entorno de actuación, se redefinió el programa como un Parque de Homenaje. El mausoleo, tradicionalmente entendido, es un monumento funerario grandilocuente, que impone distancia y subordinación al observador. La propuesta por el contrario se materializa en un gran espacio público, recorrible, apropiable, en el cual el visitante es sujeto activo, parte indispensable de la ceremonia. La arquitectura propicia entonces la procesión hacia el encuentro con los líderes, generando diversas instancias de aproximación sucesiva, donde cada elemento, cada clima generado, va permitiendo el paulatino pasaje desde el exterior masivo hacia el interior introspectivo. El pueblo no es aquí convocado como espectador de un monumento sino como protagonista de una plaza.

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La geometría del nuevo parque es de un trazado regular, una nueva impronta sumada al territorio. Se inserta reorganizando el área de interpretación, donde la nueva presencia pasa a ser eje de la composición ordenando definitivamente el predio.

Desde el ingreso, tras atravesar la hilera de fresnos y los montes de eucaliptos, se accede a la plaza central y a la plaza del pueblo, en la que suelo, minerales y plantaciones característicos de cada una de las provincias representan la presencia federal. En contigüidad, se suceden diversos escenarios: el memorial, la línea de la vida, la plaza del encuentro, el panteón propiamente dicho, y el regreso hacia el bosque y el lago o la reincorporación al circuito de interpretación en el museo y el tren.

Acceso y plaza central

La primer instancia del camino jalonado hacia el encuentro, es el atravesar entre los fresnos y el enmarque de los montes de eucaliptos. Una plaza primera se convierte en nuevo foco, nodo del área de interpretación, combinando en su tratamiento un piso regulado con un césped enmarcado. La primera visión distante, entre los fresnos y a través de los eucaliptos, marca una fuerte horizontal que subraya y contiene el fondo del bosque. El diálogo entre naturaleza vertical y artificio horizontal se construye sutilmente entre los árboles y la construcción.

La arquitectura aparece como un mero plano de convocatoria. Traspasados los árboles logra divisarse otra vertical, la del panteón que con su altura genera la monumentalidad requerida. La visión nocturna lo transforma en un faro convocante. La arquitectura es entonces relectura abstracta del paisaje. Planos verticales y horizontales interpretan con un lenguaje sobrio y despojado la planicie y el bosque.

La plaza del abrazo

El segundo hito del recorrido, la plaza del abrazo, recibe al visitante como explanada pensada para el homenaje externo y masivo. En su lateral, recortando la perspectiva del museo colindante, se dispone un podio para la fijación de las placas conmemorativas. Este está sostenido dramáticamente por dos columnas-mástiles con las banderas de la Argentina y del Justicialismo.

En el muro-fachada, en el ingreso a la procesión rumbo al encuentro, aparece grabada la única imagen figurativa de todo el parque, el abrazo de Perón y Evita en el balcón de la Casa Rosada el 17 de octubre de 1951. La elección de esta imagen, dentro de la abundante iconografía del peronismo, viene a subrayar esa conjunción entre amor y política. Nos recuerda que además de ser la pareja política que construyó un nuevo poder popular en la Argentina, fue también una pareja amorosa, dos vidas complementadas. Bajo la imagen, se inicia un curso de agua que acompañará el recorrido en el interior y hacia el encuentro.

La línea de la vida

El homenaje introspectivo requiere de un esfuerzo, del recorrido de un camino. Entre el borde del bosque y el muro-fachada se enmarca un sendero, reforzado por el curso de agua. El curso de agua, metáfora evidente de la vida, acompaña al interior del muro diversas fechas biográficas de los líderes: sus nacimientos, su primer encuentro, el octubre de los orígenes, las muertes. Se construye así un nuevo espacio más íntimo, a escala del visitante, donde la abundante vegetación esconde la perspectiva del panteón, sólo divisable a la distancia y desde el exterior.

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La plaza del encuentro

A medida que se acerca el final del recorrido, la perspectiva se focaliza, accediendo a una última plaza. Traspasando un ajustado pórtico se ingresa, mediante un abrupto cambio de escala, en un espacio monumental. De las ramas del bosque, que conformaba un túnel permitiendo ajustadamente el paso, se accede a una nave de hormigón de proporciones monumentales. Al final del recorrido la mirada reconoce la frase testamento: ?Mi único heredero es el pueblo?

Se construye así un nuevo sitio, el lugar para asumir y renovar el compromiso. Se dispone un lugar para la guardia de honor, mientras un tratamiento sutil del muro y el permanente paso del agua conforman el espacio de las ofrendas florales. El material predominante elegido, un hormigón especial pigmentado con los colores de la tierra, deja paso a la presencia armónica de nuevos materiales, el vidrio que permitirá la visión de los cuerpos y el mármol traslúcido que permitirá imponentes efectos de luminosidad indirecta. La línea de la vida transmuta en un muro en cuyas operaciones de plegado se esconden los programas accesorios, el resguardo de las instalaciones y el espacio del tanatorio.

El panteón

La plaza del encuentro está cubierta en su área central por una nave de grandes proporciones, determinando la perspectiva del panteón y asumiendo la escala vertical, ahora en visión interna. Este espacio resulta el de mayor calificación del conjunto, el definitivamente conformado. En él cambian las visuales, la luz, las texturas, los reflejos. El tímpano orientado hacia el parque, de mármol traslúcido, permite de día tamizar los haces de luz natural y de noche reflejar hacia el exterior su condición de faro. El orientado hacia el bosque es transparente. Un gran prisma vidriado es el contenedor de la caja de los cuerpos y el foco de la perspectiva principal. En su fondo se recorta un gran eucalipto, el árbol de mayor altura del bosque. La muerte tiene así como fondo la continuidad de la vida.

Nada compite con la presencia de los cuerpos. La sobriedad del entorno sólo es alterada por el trabajo de la cubierta de su caja. En ella, íntegramente trabajada en bronce, una composición nuevamente despojada y abstracta conjuga los valores del peronismo como palabras verbalizadas, junto a íconos de sus realizaciones. La emoción de la presencia de los cuerpos no requiere aditamento alguno. El frente traslúcido provoca yuxtaposiciones y reflejos entre el observador y lo expuesto. El pueblo y sus líderes están unidos en nueva comunión.

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