25.6.2015

Oficinas Santa Ana

Se propuso una pieza baja y compacta, capaz de articular las distintas exigencias que lo rodean y convivir en armonía con la Iglesia. Desde su masa, el edificio mantiene un diálogo con la iglesia, a la vez, sus fachadas son leves y transparentes.

El edificio se sitúa en un contexto complejo, por una parte tenemos la Iglesia de Santa Ana, una de las más bellas expresiones de arquitectura religiosa chilena del siglo XIX y por otra la Autopista Norte-Sur, una de las intervenciones urbanas más brutales de los años 70, que partió en dos el centro histórico de la ciudad. A toda esta complejidad habría que agregarle una ordenanza municipal que permitió el desarrollo de edificios con alturas y densidades exageradas que atentan contra la calidad urbana de la ciudad.

Como contrapunto a este caos, se propuso una pieza baja y compacta, capaz de articular las distintas exigencias que lo rodean y convivir en armonía con la Iglesia. Desde su masa, el edificio mantiene un diálogo con la iglesia, a la vez, sus fachadas son leves y transparentes. El edificio cuenta con 6 pisos de oficinas (incluido el piso zócalo) y uno con locales comerciales a nivel de vereda. Además de 3 niveles subterráneos de estacionamientos.

El núcleo de circulaciones verticales se encuentra adosado al muro medianero de la iglesia, permitiendo generar plantas libres, cuyos espacios se organizan entorno a un patio central, llevando luz natural al interior de cada piso.

El patio es atravesado por tres puentes, que no sólo brindan a los usuarios de terrazas ajardinadas en diversos niveles del edificio, sino que además crean una mayor complejidad espacial definiendo escalas intermedias.

Hacia el exterior, un patio inglés  despega los niveles superiores de las veredas creando trasparencias en los locales comerciales y permitiendo la entrada de luz natural al piso zócalo.

En las fachadas de las de oficinas, se utilizaron celosías de hormigón prefabricado que, en el caso de la orientación poniente, actúan como protección solar mientras que en la fachada sur, donde las vecindades con las torres son muy próximas, actúan como refugio de la intimidad.

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