2.2.2017

La Belle électrique

La música electrónica es un nuevo tema para la arquitectura. La mayoría de las veces las noches electrónicas se llevan a cabo en espacios que no fueron especialmente diseñados para ello: clubes nocturnos, almacenes, campos o estadios.

Para el proyecto de Grenoble, el objetivo era inventar un sistema arquitectónico específico para un nuevo tipo de espectáculo y de relación con el público, permitiendo conciertos con una configuración más tradicional.

El sitio es un antiguo distrito industrial que hoy sufre una mutación total. La sala está construida junto al Magasin, el Centro de Arte Contemporáneo de Grenoble, instalada en un salón construido por los talleres Eiffel a finales del siglo XIX. En un contexto sometido a un cambio total, el proyecto es un volumen con cinco ramas que le da igual importancia a cada uno de sus lados. Esta forma multidireccional y autónoma se libera de los desarrollos futuros, sin riesgo de que su identidad se debilite en el futuro.

La arquitectura es áspera y eficiente, envuelta en una piel hecha de gruesos tableros de alerce colocados a intervalos irregulares. La apariencia de esta madera le da a la arquitectura un carácter que es parte del arquetipo, parte de la hipermodernidad. Esta primera capa permite vislumbrar el mundo misterioso del interior. La arquitectura juega con el contraste entre la madera con su áspero envoltorio y la fachada del vestíbulo suspendida de muro cortina de vidrio, luminosa y transparente. Su plano curvo le confiere al volumen interior un aspecto orgánico, reforzando el contraste entre la envolvente y el cuerpo atrapado en su interior.

El todo forma un organismo con la sala de conciertos como su corazón. Desde este corazón se organizan los otros espacios. El espacio está concebido para que durante el concierto cada espectador pueda moverse y cambiar de ambiente a su antojo. El pasillo se diseña como una cáscara asimétrica que le da a los artistas la libertad de utilizar el espacio de cualquier manera que deseen.

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Varias plataformas en diferentes alturas se instalan para los DJs. Extendiéndose desde el vestíbulo, el «chill-out» es un espacio más tranquilo, extendido con balcones donde la gente puede salir a tomar aire fresco o fumar un cigarrillo durante el concierto.

Los pabellones de entrada forman dos escenarios urbanos. Se elevan y el público se convierte así en parte de una actuación escénica dentro de estos marcos y en actores del espectáculo urbano, desdibujando la distinción clásica entre actor y espectador.

Visitá el texto original en inglés > http://bit.ly/2jGS4Sl

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