27.4.2017

Galería Carles Taché

La tradición constructiva de edificios como éste ha desaparecido, o por lo menos, ya no se construyen complejos con esta unidad y claridad espacial.

Una construcción clara 
El arte contemporáneo se instala y no solo se cuelga. El éxito de espacios permanentes con instalaciones como la fundación Dia Bacon, la fundación Chinati en Marfa o la Raussmueller descubre la precisa y arraigada relación entre espacio y arte. Quizás como contrapunto al exceso constructivo del último siglo donde miles de metros cuadrados de museos han sido construidos sin mas reflexión encontraremos en espacios como en el que estamos un carácter distinto y especial para exponer o experimentar el arte.

A primera visita, el antiguo recinto fabril Espai Serrahima es una continua suma de cubiertas, accesos, mediares y artefactos desordenados. Trabajar allí es crear un orden interior, menor dentro del orden general: un orden nuevo que ponga las cosas en relación.

La disposición general de la galería, la mezcla de lo nuevo con lo existente, es una composición deliberada, que da forma a una familia coherente de salas y espacios, al tiempo que varia en escala, proporción y calidad de luz. El edificio existente se muestra desnudo tal y como es, mientras que los nuevos elementos se reducen a una asentamiento autónomo en el interior. Ese es el nuevo orden interior.

Construimos una galería como un espacio donde el artista pueda desplegar su trabajo a su manera. Un lugar de encuentro entre el que visita la obra y el que la crea. El principal motivo es la ausencia de elementos que distraigan. Creemos que este punto es importante, pero también lo es el saber introducir otras capas de lectura como seria el volumen, su estructura y los matices espaciales.

Para ello la propuesta que se plantea construye un recinto de 4,20 metros de altura donde el ojo del observador discurre con tranquilidad, sin exabruptos. Este límite define un volumen.

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Se ha construido un límite visual pero a la vez un escenario donde actuar. Detrás encontramos los bastidores, que son las zonas de trabajo interno, dirección, almacenaje, talleres y alguna que otra sala oscura expositiva formando espacios y habitaciones de pequeñas dimensiones.

Es un espacio claro, de geometría regular y construcción sencilla. La luz es ordenada desde la cubierta y tratada de manera diluida. Las instalaciones son vistas y coherentes a las necesidades. Los suelos de hormigón y los techos de cerámica son los originales. Los antiguos muros simplemente se pintan en blanco y los nuevos se estucan para dotarlos de una suave continuidad. Buscamos poner de manifiesto las condiciones concretas del material y de la superficie. El proyecto se compromete con la cualidad de lo existente, a la vez que desarrolla variaciones adicionales sobre la estructura formal.

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