12.6.2014

Palafito Apart Hotel «El Palacito»

El encargo consistió en desarrollar un pequeño Apart hotel de cuatro departamentos de 45m2, independientes, que aprovecharan al máximo sus encantadoras vistas a los canales australes de Castro, su asoleamiento, y que a su vez pueda protegerse de las hostilidades del invierno, como la lluvia, el viento Norte y la excesiva humedad, y que en su conjunto, construya un espacio acogedor, relacionado al habitar de Chiloé, de palafitos, sobre el estero de Castro.

Descripción del encargo
El primer acercamiento al lugar, fue conmovedor, el palafito existente se encontraba en desuso, en ruina, al borde de su desplome; termitas, pudrición y abandono lo convertían en un riesgo para sus vecinos, dada la característica cercanía que existente entre estas construcciones. De esta manera, se descartó la idea y el idealismo inicial, que consistía en “reciclar” o “reutilizar”, lo existente, y pensar en una propuesta nueva, desde la hoja en blanco, pero sin antes preguntarse; ¿Cómo puede ser que estas construcciones tan representativas, íconos de una cultura se encuentren en este estado?, ¿Cómo puede ser que estas construcciones no cuenten con subsidios o apoyos estatales, que permita a su gente permanecer en ellos? Las cuales, desde su esencia, pobres y mal construidas, agudizan aún más este problema de deterioro.

Los palafitos, en su carácter constructivo espontáneo, carecen de ciertas códigos que permitan diseñar basándose en morfologías establecidas, es entonces cuando la propuesta, se basó en las construcciones vernáculas de Chiloé, “el galpón cerrado, hermético, sin aleros”. Desde esta idea, se armó una figura, precisa de galpón, color óxido, que a través de un acceso central organizara las viviendas y de paso, funcionando como espacio intermedio, como chiflonera, que proteja del frío, el viento y la lluvia previo a ingresar a las viviendas, evitando así pérdidas calóricas.

Esta condición de comunidad, en donde todas las puertas principales dan al espacio común, a la manera de un “cite”, genera un carácter de exterior, en un espacio interior. Para fortalecer esta idea, se revistió completamente con tejuelas de Ciprés muerto, aromático, creando una experiencia de aroma a bosque, en todo el espacio, bajo la cubierta traslúcida. Las viviendas se organizan linealmente, accediendo por el centro de éstas, dejando los dormitorios en la parte posterior, y el espacio común, cocina, comedor, estar, terraza, hacia el mar, expuesto a las vistas y la luz Oriente predominante.

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La fachada al mar se trabajó como una composición, en la cual, cada departamento fuese desigual al otro, individualizando cada espacio, evitando la repetición sistemática como en los casos inmobiliarios, sino la particularidad de lo individual, característica de los palafitos de Chiloé, en donde cada palafito es distinto al otro, no existe uno igual, amarrados por balcones que expone, el vínculo de la obra con el mar. Como último gesto de la fachada al mar, se armó, una pequeña “plaza común inundable”, en un nivel más bajo, con escalinatas, que da cuenta del flujo y movimiento de las mareas, hasta inundarse en los ciclos lunares más altos, de esta forma el proyecto dramatiza su relación con su medio natural.

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