20.8.2013

Edificio 1ro de Mayo, en Santa Fe

Las ciudades contemporáneas se moldean como resultado de la disputa entre las voluntades del Estado, representante (teórico) de los ciudadanos, y el Mercado. La pugna entre estos actores ha condicionado para bien o para mal la imagen urbana y más importante aún la vida de todas las personas. Esta relación condicionante de la macro escala, puede leerse análogamente a escala micro, en cada uno de los edificios que componen el escenario urbano.

Todo edificio configura un ecosistema en el que, desde su nacimiento como interés inmobiliario hasta su materialización como hábitat para las personas, coexisten intereses que determinan por un lado el fin lucrativo de los promotores, y por el otro el confort y calidad de vida de los habitantes. Tal ecuación define un producto donde pareciera que el deseo de mayor rédito financiero del promotor, resulta inversamente proporcional al nivel de vida de los futuros habitantes.

En nuestro caso la figura de arquitectos-promotores, brinda la posibilidad de situarse a ambos lados de la ecuación. Desde esta posición, nos proponemos llevar las características intrínsecas de la escala urbana que hacen de una necesaria mejor convivencia de sus habitantes, al ámbito “privado” de un edificio de departamentos. La dinámica de convivencia del barrio, se traslada nos guste o no al interior del edificio, y está en nosotros como arquitectos y constructores de estas micro realidades urbanas, enfatizarlas o ignorarlas. A partir de esto, preferimos pensar más que en un edificio de departamentos, o conjunto de unidades, en un vecindario en altura.

Este proyecto, se inscribe en una larga línea de emprendimientos en los que intentamos verificar en mayor o menor medida estas cuestiones. Fundamentalmente, en lo que hace a la configuración de los espacios comunes, que tal como sucede en la ciudad, representan ese ámbito que no pertenece a nadie y que a la vez pertenece a todos. Espacios menospreciados desde la visión inmobiliaria al considerarlos como “no vendibles”, produciendo con frecuencia lugares extremadamente oscuros, privados de luz natural, ventilación y visuales. En oposición a esto, tomamos como premisa ineludible generar espacios comunes completamente abiertos, que sin dejar de ser eficientes desde la visión del promotor por excesivos metrajes, reproduzcan las principales características de cualquier vereda de la ciudad. Estos espacios de convivencia pública, son los encargados principales de promover una mejor vida en comunidad.

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La conjugación de dos plantas tipo de diferentes prestaciones, en cantidad y ubicación en altura, genera distintas variables formales que buscan adaptarse a los cambios que todo proyecto de inversión sufre en su proceso. Ambas opciones de pisos, se conforman en torno a un vacío central, que en uno u otro caso se abre hacia el frente, al costado, o al contrafrente, permitiendo visuales hacia diferentes puntos en cada nivel y ventilando todo el conjunto desde su interior. Al ubicar en dicho espacio central circulaciones verticales y horizontales, se busca reemplazar el núcleo típico cerrado y oscuro por un vacío que explota en múltiples direcciones, y deja entrever desde diferentes puntos de la ciudad la estructura interna de un conjunto habitacional que aspira convertirse en vecindario.

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