15.1.2018

Depósito del Rei Martí

Hay espacios que surgen como un hallazgo afortunado e inesperado. Una serendipia de ejes X Y Z. Ante la sorpresa de encontrar un espacio no previsto, surge la necesidad de darle un uso y una dimensión social con nuevas actividades.

Un espacio de energía potencial que al ser descubierto y pasar a formar parte de nuestro conocimiento colectivo se convierte en energía cinética. Una energía cinética que se transforma en social cuando el espacio es capaz de acoger un programa.

La idea de hallazgo fue lo que ocurrió con el depósito del Rei Martí, un antiguo depósito de retención de agua en la antigua finca de la torre y viaducto de Bellesguard, obra de Antoni Gaudí. Un depósito enterrado de más de 600m2 y fechado a finales del S.XIX que había quedado olvidado bajo un bosque de pinos hasta que hace 20 años se redescubrió de forma accidental.

La serendipia exige humildad, necesita de la capacidad de afinar mecanismos para escuchar, conectar espacios y personas, a menudo alejados de nuestro entorno conocido y fiable. Esa fue nuestra primera estrategia, mantener esa condición misteriosa del depósito e invitar a la ciudadanía a reapropiarse de él y a compartir la emoción del encuentro inesperado.

Una pequeña dotación presupuestaria permitió al distrito de Sarrià – Sant Gervasi en Barcelona proyectar una estrategia de reapropiación del depósito para pasar la energía potencial del depósito a energía cinética y prepararlo para una futura energía social. Un ejercicio de reciclaje de la ciudad que transforma un depósito de retención de agua en un equipamiento cultural. Un nuevo espacio que podrá ser todo.

Para ello el espacio del proyecto debe respetar el carácter, su código, su naturaleza, su materialidad, la huella del agua y la fuerza del depósito original. Tiene que ser un espacio que entienda y refuerce su estructura de pilares y arcos cada 3,5 m y valorice sus bóvedas cerámicas a la catalana. No podíamos permitirnos cambiar el espacio, todo lo contrario, debíamos de promover su fuerza y su condición original.

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El acceso al depósito se produce por la calle Bellesguard creando un nuevo espacio público para el barrio que hace al mismo tiempo de hall exterior de entrada. Una plaza que salva el desnivel que hay entre la calle y el depósito creando conexiones y relaciones visuales con la torre Bellesguard a través de la materialidad de los grandes muros de hormigón que se integran con el bosque de pinos que hay encima del depósito. Esta plaza funciona también como un activador urbano con la inclusión en el programa de una cafetería que se apropia de la plaza y hace la función de rótula entre la entrada al depósito y el jardín público que tiene encima.

En el interior del depósito los arcos y bóvedas cerámicas mantienen su carácter original y la huella del agua y la cal. Unos elementos constructivos que son enfatizados con la iluminación para convertirlos en los únicos protagonistas. Mientras, el suelo y las paredes perimetrales son revestidos de una madera que nos conecta organolépticamente con el bosque que hay en la cubierta del depósito, y nos permiten un control acústico del espacio. El depósito quiere ofrecer a la ciudad la oportunidad de una experiencia cultural diferente.

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