18.9.2018

Corrientes 6365

El edificio busca reconfigurar los lugares de transición entre lo común y lo privado, haciendo de las circulaciones -habitualmente cerradas, oscuras y sin uso- sitios de sociabilidad.

Para construir una comunidad vertical.
Un concepto de vecindad.
Un fragmento de ciudad en altura.

Ubicado en un terreno con salida a dos calles, el edificio se desdobla en dos cuerpos alrededor de un patio de casi 400 m2, flanqueado por los pasillos de acceso a las viviendas -amplios y ajardinados- que pasan a ser metáforas de veredas en altura, asomadas a la plaza ubicada en el nivel +6.50, con bancos y árboles

El cuerpo anterior se ubica sobre la Av. Corrientes frente al parque Los Andes, mientras que el posterior se abre hacia el centro de una manzana de extraordinarias dimensiones, cuya profundidad edificable hizo posible concebir este edificio de 4 fachadas paralelas.

Remitiendo su materialidad a la del espacio público, los pasillos del edificio se realizaron en la típica baldosa de vereda porteña, con superficies ajardinadas a nivel de los mismos.

La fachada al parque Los Andes está compuesta por una cuadrícula de parantes verticales y plegados horizontales, ambos de aluminio, que resuelven técnicamente y de forma integral las aislaciones, el anclaje de barandas y divisores de balcón,  mientras que hacen lugar y guían a los toldos blancos que mitigan el sol de poniente.

El grado de apertura del centenar de toldos proporciona una composición cambiante a esta fachada cuyo aspecto depende tanto del estado climático como del ánimo individual.

Las restantes fachadas conservan la idea de un elemento constructivo autónomo, que se adapta a las características particulares de cada una.

Así la fachada posterior se simplifica por la ausencia de toldos (innecesarios por su óptima orientación), mientras que las fachadas al patio encuentran en la malla electrosoldada la conducción ideal de las especies vegetales que la flanquean como rémora del arbolado urbano.

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Siendo un edificio de unidades pequeñas y en muchos casos habitadas por un único ocupante,  los espacios comunes adquieren importancia como puntos de encuentro y relación entre los miembros de esta comunidad, potenciando la identidad individual y el conocimiento interpersonal.

Son espacios que más allá de su función específica como oficina, descanso o esparcimiento, proponen la recuperación de una idea de vecindad.

La investigación refiere a una larga tradición de reflexión sobre modos de vida, desde Thoreau a la obra de Ricardo Bofill.

Repensar el diseño y gestión de una comunidad de vivienda, en la que tengan lugar aspectos en vías de extinción como la vecindad, la contemplación y la socialización.

 

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