17.10.2013

Centro Cultural el Bolsón, en Río Negro

Como tal, queremos proponer una manera de operar: La descripción de unos procedimientos de trabajo que pretenden ser genéricos. Para ello, ofrecemos la posibilidad de participar en el montaje de un sistema abierto y reciclable, capaz de integrar datos específicos y marcos de interpretación. Abrimos la problemática de la inserción de un edificio puntual en un marco urbano determinado para entender su escala, irradiación y sinergia.

El metabolismo es el conjunto de reacciones bioquímicas común en todos los seres vivos. Ocurren en el interior de las células, permiten la obtención e intercambio de energía con el medio ambiente y la síntesis de macromoléculas a partir de compuestos sencillos con el objetivo de mantener los procesos vitales y la homeostasis.

La mirada ajena, por ser foráneos, nos permite conservar un grado adicional de inocencia. Estamos obligados a ver la ciudad desde un satélite y acercarnos progresivamente a partir de esa perspectiva. Si entendemos a la ciudad como plano de trabajo, sus fenómenos culturales como material de construcción y nos proponemos lograr una nueva forma de metabolismo para ambos; tal vez, podamos redescribir el panorama en su totalidad.

Lectura Urbana – Fisionomía
“pianta grande di roma”- giambattista nolli -1748 nolli adecuado a el bolson

En 1748, el arquitecto y topógrafo Giambattista Nolli dibujó un mapa de Roma titulado “La Pianta Grande di Roma”. Nolli midió y dibujó once mil monumentos. Un plano tan explícito que describió las plantas internas de edificios públicos, detallando esquinas y columnas, en una inédita legibilidad arquitectónica. Mientras tanto, el vasto conjunto de comercios y de viviendas de la ciudad lo representó como simple relleno urbano. Pero lo que se dibujó con más precisión fueron las características del espacio urbano, relacionando calles, fuentes, obeliscos, escalinatas y especialmente patios.

Reinterpretamos la técnica que uso el maestro italiano en su trabajo para aplicarla a la ciudad. El objetivo es detectar relaciones entre espacios privados y espacios colectivos en diferentes fragmentos urbanos. Por un lado, la relación que genera un edificio y los demás actores de su manzana. Por otro, la relación más allá de los primeros límites precisables. Es decir, describir el gradiente de posible interacción de acuerdo a un sistema de diagnóstico. Este debería poner en evidencia la naturaleza del sitio a tomar como caso de estudio, permitir establecer las formas de relación ¨deseables¨ en este espacio urbano unificado y los límites internos de cada situación arquitectónica.

Observando la ciudad de El Bolsón con el nuevo lente encontramos que su fisionomía difiere en gran medida de las de ciudades organizadas en damero, caracterizadas por su dialéctica de frente y pulmón. Lo cual supone un marco relacional completamente distinto a explorar. Si la manzana típica del primer caso está afectada por su forma en la noción interior-exterior, la que encontramos en El Bolsón tiene sus límites notablemente más difusos. Más aun las que albergan edificios públicos, donde están totalmente diluidos. Esto es, para nosotros, lo que establece un cuadro nuevo de oportunidades.

Es posible acentuar el nivel de integración de las partes? Es posible considerar que en esta fisionomía existe un campo de acción identificable? De ser así, debe un proyecto como el objeto de este concurso suscribirse a los limites del solar asignado?

Cartografía Cultural
Del paso anterior se desprenden posibles campos de acción en términos territoriales. Entendiendo el marco de la cultura como algo más amplio que la mera existencia de espacios de desarrollo de actividades culturales, donde los hechos políticos y cualquier otro de escala pública modifican la sustancia “cultura”; lo siguiente, de cara la elaboración de un virtual proyecto, fue identificar todos los elementos que considerábamos de interés cultural. Marcarlos como puntos sobre el mapa de texturas de la ciudad deja ver una constelación sobre la cual hacer foco. Entendiendo que el tiempo para realizar esta tarea iba a ser realmente acotado y, posiblemente, la información que pudiéramos conseguir sería proporcional, elegimos ponernos en contacto directo con la mayor cantidad de actores posible. De ellos obtendríamos los datos para agregar múltiples dimensiones a la constelación inicial.

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Conseguimos así el entramado deseado. Uno en el cual pudiéramos establecer universos de acción, no solo determinadas por la posición geográfica de los edificios, o su función, sino también por elementos intangibles. Una red tejida por observaciones de quienes la utilizan a diario. Entonces, si el mapeo anterior (el que daba cuenta del marco territorial) fue entendido como el solar sobre el cual proyectar, este segundo cartograma es para nosotros la materia prima a reciclar para construir.

Escenas y brújulas
Seleccionamos 24 circuitos por criterios variados. Por expansión, proximidad, variedad o similitud de usos, metraje total sumado, direccionalidad, estado de conservación, aéreas de incidencia, cantidad de usuarios y posibilidades de gestión institucional fueron algunos de ellos. Esto nos permitió establecer lo que llamamos escenas, campos de acción mensurables que pudieran ser intervenidos en conjuntos, de maneras independiente o, inclusive, pensar en secuencias etapabilizables.

Sometimos cada uno de ellos a una serie de mediciones conjuntas agrupadas en cuatro áreas censales: programática, territorial, económica y social. Confeccionamos una herramienta que nos permitió aglomerar toda la información en siluetas reconocibles y fácilmente comparables. Las brújulas de medición nos mostraron estadíos iniciales de cada una de las escenas.

Estrategia
Lo analizado anteriormente direccionó nuestro punto de vista y dio lugar a que pudiéramos responder algunas de las preguntas que nos formulábamos. Si la intención inicial que motivo el llamado a concurso planteaba como objetivo la necesidad de contar con un centro cultural que permitiera nuclear e integrar las distintas producciones culturales tanto a nivel local, como a nivel regional. Si los diagnósticos a los que arribamos nos mostraban que la cartografía cultural actual es susceptible de ser interconectada y, de algún modo, reconfigurada. Entonces por que construir un edificio nuevo? Y, de ser necesario, cuál sería su escala aconsejable y que programa debiera albergar? … en definitiva, que es un centro cultural para El Bolsón?

Queremos presentar la posibilidad de ver a la ciudad entera como CENTRO CULTURAL.

Es por eso que elegimos actuar sobre los escenarios, no solo sobre el solar asignado. Aunque entendemos lo estratégico de su posición y decidimos usarlo para posar lo que, nos permitimos pensar, es el único programa nuevo que necesita la ciudad: La sala auditorio. Esta entonces pasaría a ser un punto más en las constelaciones iníciales. Este es nuestro verdadero punto de partida, donde empieza a describirse un proyecto que, como dijimos al comienzo, es genérico. Un sistema de montaje abierto, reciclable y participativo.

Elaboramos cinco sistemas capaces de ecualizar cualquiera de los escenarios descriptos. Cuantificamos sus capacidades en términos programáticos, territoriales, económicos y sociales. Nuevamente utilizamos las brújulas, con las que podemos medir el grado de alteración de las situaciones iniciales para alcanzar los objetivos deseados. Lograr, con cada una de las escenas, edificios-ciudades CENTRO CULTURAL. Escenarios nuevos que resulten más eficientes; que incorporen, reformulen y conecten entre sí los edificios culturales existentes. En los cuales el presupuesto asignado logre efectos expansivos. Escenarios maleables a bajo costo de alcance total para la ciudad.

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Superpoderes
Llamamos superpoderes a cinco sistemas de aplicación que modifican las condiciones iniciales de un área dentro de sus campos de acción específicos. Ninguno de ellos tendría sentido si operara en solitario, ni para resolver un caso puntual por única vez, dejaría en cualquier caso de ser sistema. Sus planos de afectación son variados, pero en conjunto pretenden alterar el universo todo.

• Lineales: Son intervenciones que ponen en evidencia las líneas que conectan puntos, los que marcan el sendero donde no está del todo claro y los que aportan a la afectación global con alteraciones de menor grado. Pueden ser cordones de vereda pintados de celeste en calles pequeñas de tránsito lento o puntos de luz en el asfalto en las vías de tránsito más rápido.

• Laminares: Enclaves particulares pueden ser calificados con estas intervenciones. Texturamos el solado en los encuentros entre calles que dejan pequeñas porciones de plaza (sin discriminar asfalto, vereda o pasto) a fin de evidenciar sectores esporádicamente peatonilizables. En territorios de cierta extensión que no reciben la suficiente sombra colocamos pérgolas fotovoltaicas y dispositivos eólicos.

• Puntuales: Como las agujas de una sesión de acupuntura este es un sistema de microestaciones programáticas clavadas en sitios donde la afluencia de público es media o alta con el objetivo de generar algún grado de sinergia y retroalimentación cultural. Algunos de ellos son reproductores de música grupales, otros tótems que comunican la agenda cultural de la ciudad, puntos de grabación espontánea de video y diferentes dispositivos de generación de energía por acción humana. Completan con programa los tránsitos entre una estación mayor y otra.

• Readecuación: Refiere al reacondicionamiento, mantenimiento o modificación de menor escala que se le harían a los edificios existentes sumados a la escena de acción.

• Apósitos: Nos gusta entender a estas piezas como cápsulas que portan nuevos genomas programáticos, al adosarse a los edificios existentes redefinen su función original. No pretenden agregar programas a los existentes, sino más bien, generar intercambios proteicos, expandir las franjas horarias de uso de sus huéspedes, actualizar su función general. Dimos por llamar a estos injertos “ensayos genéticos”.

Ensayo genético – Apósitos
Los apósitos podrían ser entendidos como un megaedificio cultural fraccionado en partes. Solo que estas no son, en sí, porciones de programa, sino piezas fractales de una misma entidad. Lo que arrastran en su individualidad son las cualidades del sistema fraccionada en módulos espaciales genéricos de diversas dimensiones a la espera de su carga genética. Esta carga surge del estudio de las necesidades de reconversión del huésped con el que simbolizará.

Las geometrías responden al hecho de que, al ser dispuestas en la ciudad, estas piezas van a funcionar como íconos reconocibles que van a facilitar el reconocimiento de las redes. Sin perder el lazo para con las tradiciones constructivas de la región por la ambición antes mencionada, estructura, cerramiento y terminaciones fueron pensados íntegramente en madera. Ciprés al natural en el caso de los revestimientos exteriores y aventanamientos; y la misma madera pintada de blanco al interior. El sistema constructivo elegido permite conservar una cámara de aire continua en toda la envolvente, lo cual garantiza siempre la aireación del material, evitando así la pudrición y formación de hielo. Esto prolonga considerablemente la vida útil del mismo. Mejora también la aislación y anula por completo los puentes térmicos.

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Cada uno de los apósitos tiene, además, incorporados sistemas de recirculación de agua, biodigestión y precalentamiento solar térmico. Esto es fundamental para establecer uno de los puentes simbióticos que más nos interesa. La posibilidad de mejorar exponencialmente el rendimiento energético de los edificios receptores.

La noción de ensayo genético viene dada por la capacidad de cruzar, a través de la adhesión de piezas-genoma a edificios preexistentes, programas a priori disímiles. Estos ensayos dan, por resultado casi obligatorio, la aparición de formas de uso inesperadas, dinámicas en su capacidad de reconversión. Lo cual supone, en una mirada más amplia, un corrimiento en las formas de concepción de los espacios que habitamos.

La sala
Si bien preferimos entender a la intervención total como el “edificio cultural” hay una pieza particular que se construiría en el solar asignado a los efectos del concurso. Esta pieza no es una reducción del programa original, sino más bien un apósito más. Su particularidad tiene que ver con que es el único de su dimensión en el catálogo de piezas, es el único que porta un programa que, con su sola presencia, modifica el funcionamiento de la ciudad en general. Es por eso que nos resultaba de gran importancia darle la jerarquía y la posición que requiere. Lo primero: solventado por su propia envergadura y características geomorfológicas. Lo segundo: apoyado en la oportunidad indudable que proporciona el solar descripto en el programa de necesidades.

De todos modos el propio marco conceptual que presentamos nos obliga a volver a describirla como un nodo más en la red. Esa es la razón por la cual se conecta física y funcionalmente con el Centro Cultural Galeano. El huésped ofrece al recién llegado sus espacios de talleres y exposición, mientras que la nueva pieza mejora infinitamente las condiciones de los espacios que otrora se usaban de sala-auditorio en el Galeano.

Otro hecho que acentúa la particularidad de La Sala como caso único es que aterrizaría, nada menos, que en la manzana de mayor proporción de edificios culturales en la ciudad. El Centro Cultural Galeano, una feria artesanal y la Biblioteca Sarmiento. El actor que cierra el quinteto es el edificio de correo, que también consideramos de interés público. Esta cualidad convierte a esta manzana en un pequeño ensayo a escala de la intervención total que estamos planteando. Tanto la feria, como la biblioteca recibirían también apósitos a fin de lograr la forma de metabolismo necesaria para hablar de par a par con sus vecinos y conformar, con sus tramas relacionales y la posibilidad fisionómica de aprovechar el centro de manzana, algo que en nuestros términos puede ser entendido como un ser evolucionado.

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