4.9.2015

Paisajes Topográficos. La vigencia de la estereotomía

Un gran número de proyectos contemporáneos, están sustentados en órdenes complejos basados en geometrías no-euclidianas -fractales, topología, teoría de nudos, redes-, donde los espacios, objetos y actividades se combinan, generando estructuras entrelazadas y continuas.

La lógica compositiva se vale de acciones morfológicas que transforman los edificios en topografía o el suelo en edificio, generando una nueva topografía artificial, tan real como la natural (en el concepto paisajístico). Plegar, doblar, estirar, ondular, alabear, torcer y/o retorcer serían acciones morfológicas no habituales en las modalidades ancestrales de configuración espacial: tectónica y estereotómica; los resultados formales o la imagen figurativa de este elenco de acciones mencionadas, pareciera no responder a los criterios compositivos de las dos modalidades.

Sin embargo, el paisaje «topográfico» no se funda en una modalidad alternativa, sino que se corresponde con la estereotomía, al comprenderla como el trabajo del orfebre o el alfarero, en el proceso de modelado de láminas o masa de espesor delgado, que es estirada, contraída y repujada, además de cincelada y seccionada, trabajando en el límite del espesor. Lejos de las técnicas estereotómicas tradicionales, no se trata de conformar el paisaje combinando volúmenes y figuras euclidianas -por adición o sustracción-, sino, de combinar acciones que derivan en formas, distanciándose de la geometría clásica para abordar la geometría topológica -dentro de la rama de la matemática que estudia los procesos generativos de formas complejas-. Del análisis de las acciones mencionadas y los resultados de las mismas, se determina esta nueva práctica compositiva del paisaje, que podemos denominar: estereotomía elástica o topológica.

Hablamos de estereotomía pero de un área muy particular que se aleja de la figuración habitual, como podrían ser los proyectos de montañas excavadas de Eduardo Chillida (1994) o Tony Smith (1968). A diferencia de estos ejemplos, no se trata de excavar el suelo extrayendo materia, sino de modelar la materia como un juego topológico. Más cercano al modo de concepción de los monumentos de las ciudades precolombinas, en la generación de la pirámide con el suelo que se deforma o reforma, y a la manera del proyecto: Ciudad de la cultura de Compostela (Peter Eisenman); estos últimos, como procedimientos análogos a los procesos geológicos, donde la materia se derrite, se solidifica, se comprime, se metamorfosea y presiona para calar o producir cortes.

La estereotomía, en la actualidad, es una práctica habitual en su condición de «arquetipo constructivo» (concepto desarrollado por el Arq. César Naselli). Se emplea el termino arquetipo en lugar del de sistema, al no consistir en un procedimiento tecnológico para la construcción de los edificios, sino, en un modo de abordar la prefiguración proyectual.

En el proceso de traducción de las ideas hasta arribar a la definición del proyecto se produce un salto de lo estereotómico a lo tectónico. Los proyectos abandonan su condición inicial para construirse tectónicamente. Es en la traducción de las ideas a la imagen figurativa del proyecto paisajístico donde se aplica el procedimiento aquí comentado. Esta práctica resulta difícilmente aplicable en la construcción de edificios -salvo con ciertas tecnologías de hormigón-, aunque existen casos excepcionales que la aplican en todo el proceso, desde la ideación a la construcción, como lo hace el Grupo NIO en la Estación de autobuses del Hospital Hoofddorp Spaarne, donde la dimensión virtual del proyecto es materializada con tecnologías de inyección de poliéster.

La modalidad ancestral de configuración espacial estereotómica se mantiene vigente en la concepción del paisaje contemporáneo bajo la práctica topológica, que plantea un modo alternativo de composición espacial que no combina figuras o formas puras -las que se descomponen en vértices y aristas-, esta práctica ensaya el trabajo con superficies vectoriales multidireccionales, sobre las que se acciona para generar la forma del paisaje plegado, distanciándose del paisaje del volumen prismático, explorando la horizontalidad de jerarquías, el entrelazamiento y la indeterminación de los límites.

Los mecanismos compositivos clásicos han cambiado, al menos en la lógica de diseño del paisaje topográfico; ya no se trata de componer juntando figuras, sino acciones que derivan en la forma del paisaje.

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