24.9.2015

Viejo… pero no tanto

Breve artículo de opinión acerca del valor patrimonial de construcciones montevideanas. Promovido por unas últimas y controversiales demoliciones de edificios con esta cualidad.

Casa Martinez
Fotografía: Andrés Angelero

Asiduamente, y sin importar mi estado anímico, acostumbro deambular y trillar calles y avenidas de la ciudad. Por lo general durante ese caminar presto atención a edificaciones más bien antiguas. Usualmente me detengo ante un elegante y antiguo caserón de estilo arquitectónico vasco-francés. Intento imaginar su interior, al tiempo que pienso que el estado de abandono y deterioro sumado a un gran cartel de “SE VENDE” anticipan un destino poco feliz para la construcción digna de contemplar. Un buen día, al llegar una vez más a la vivienda en cuestión, relucía un nuevo cartel que parecía ser el de una marca. Los postigos estaban abiertos, la fachada limpia y las luces encendidas. La casa brindaba otra perspectiva, había cambiado “la cara”.

¿Cuántos arquitectos y/o estudiantes, artistas o personas que gustan de circular por su ciudad con amor por el entorno urbano habrán de experimentar usualmente una sensación similar?

Resulta elemental cimentar nuestros pensamientos en la idea de que nuestros recursos son limitados. No solo las energías renovables significan sustentabilidad, también los reciclajes se hacen lugar dentro del concepto. Por tal motivo se debe visualizar, identificar y asumir el patrimonio histórico-arquitectónico, para luego proceder conforme a este pensamiento. Cuesta creer que en una ciudad con historia y festividades patrimoniales se hayan dejado “caer” inmuebles de notable valor patrimonial. Más aún cuando uno de sus mejores atractivos es precisamente la diversidad de estilos arquitectónicos que la ciudad ofrece. Con el propósito de ilustrar esta notable característica, el Ministerio de Educación y Cultura mediante la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación año a año (ya hace más de dos décadas) realiza la fiesta nacional del Día del Patrimonio. Este 2015 será haciendo hincapié en la construcción del territorio por medio del ojo arquitectónico uruguayo. El propósito principal de esta festividad es que toda persona pueda participar activamente, conocer, aprender, descubrir y disfrutar del Patrimonio.

Este año La Junta Departamental de Montevideo aprobó una “medida cautelar” destinada a 106 edificios con dicho valor para impedir su modificación estructural. Esto ocurrió en parte gracias a la resistencia realizada desde la Facultad de Arquitectura e intercambios en redes sociales para evitar la demolición de algunas propiedades. Vienen a mi mente la antigua tienda Assimakos sobre Avenida Italia y una residencia hecha por Fresnedo Siri sobre Ponce, ambos inmuebles fueron derrumbados. Por otro lado la Casa Martínez en la esquina de Julio César y Lamas y el ex Hotel Bristol (posterior Riviera) sobre la rambla de Carrasco caminaron por la cornisa del derrumbe. Tiendas, embajadas, salones de belleza, lugares gastronómicos y hasta sedes de partidos políticos itinerantes, son algunos de los destinos albergados en algunas obras de valor patrimonial. Viviendas de Bello y Reborati en los barrios de Pocitos y Punta Carretas son claros ejemplos, también los antiguos cines Trocadero y Plaza, que independientemente del destino que se les dio, pudieron conservar gran parte de su estructura y con ella, su esencia.

¿Qué ocurre con otras culturas y antiguas civilizaciones que seguramente lleven en forma intrínseca este tan controversial concepto de sustentabilidad? Posiblemente en lugar de ver obras antiguas como algo desechable, eran y son capaces de divisar una oportunidad para actuar con confianza. Con esto no me estoy proclamando a favor de que toda edificación antigua deba ser conservada, hay algunas que, independientemente de sus años, poseen un escaso valor arquitectónico y resultan dignas de ser sustituidas. Para esto en la ciudad de Montevideo existen hasta cinco Grados de Protección Patrimonial que se encargan de determinar el valor de cada construcción. Y algunos barrios cuentan con Comisiones Especiales Permanentes encargadas de preservar la integridad de estos bienes y promover su revitalización. Ver http://inventariociudadvieja.montevideo.gub.uy/node/2494

Si bien no es mi intención que esto se entienda como una rotunda negación a nuevas propuestas arquitectónicas, sí intentar hacer comprender que la “tabula rasa” puede ser rentable, pero no siempre es la mejor opción. Con algo más de “conciencia patrimonial” no debería resultar difícil buscar, y sobretodo encontrar el equilibrio entre: demoler para construir y mantener para reciclar.

Andrés Angelero

2015

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