17.9.2005

Los ojos que contemplan la ciudad

El Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación designó a la Sociedad Central de Arquitectos para organizar la participación argentina en la 6ª Bienal Internacional de Arquitectura y Diseño de San Pablo, a realizarse de octubre a diciembre de 2005.

El proyecto argentino, enmarcado en el título Ciudades Argentinas: entre Continuos y Fragmentos, presenta a las ciudades de nuestro territorio nacional como producto de sus particularidades históricas, geográficas y económicas, del intercambio cultural que se produce en ellas y, también, como escenario de la actuación de los arquitectos que en ellas operan. La idea de la muestra es un recorrido virtual en base a proyecciones digitales que responderán al paradigma planteado por los curadores paulistas: «Realidad-Arquitectura-Utopía».

El guión del proyecto argentino se articula en torno a un conjunto de relatos individuales, que editó el comité organizador argentino, en base a las imágenes enviadas por los arquitectos de todo el país. Estos relatos actúan como un conjunto estructurado y múltiple que refleja algunas de las situaciones o tensiones que puedan ser interpretadas desde la visión de los arquitectos superando el mero registro circunstancial o periodístico.

Como guía de trabajo propusimos algunos términos para focalizar los relatos: Velocidad – Densidad – Aglomeración – Encuentro – Consumo – Carencia-Bienestar – Multiplicidad – Intercambio – Permanencia – Fragmentación-Contención – Reclamo – Novedad – Periferia – Desplazamiento – Juego, entre otros.

La Sociedad Central de Arquitectos ha movilizado para este evento tan importante, una cantidad de recursos humanos, materiales y económicos no acostumbrados para nuestra habitual y reducida organización. Recursos obtenidos en base a la gestión con empresas privadas y estatales y gracias al aporte de profesionales, docentes y estudiantes de las facultades de arquitectura y diseño que nos permitieron trabajar con la tranquilidad del soporte de un conocimiento especifico en áreas como la comunicación, el diseño gráfico, diseño industrial, diseño de imagen y sonido.

Se seleccionaron más de 2.200 imágenes que se recibieron desde casi todo el país, gracias a la red creada a través de Internet y de la que participaron las entidades adheridas a la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos y Escuelas de Arquitectura Públicas y Privadas y que son parte del contenido de la muestra. Esta exposición fotográfica – digital, destinada principalmente a la Bienal de San Pablo y previamente en la Bienal de Buenos Aires, se sustenta en la idea de la existencia de una Argentina poliédrica cuya diversidad es captada por miradas, (la de los Arquitectos), que contemplan la ciudad desde una visión paisajística, panorámica y crítica, hasta el pequeño detalle en la habitación de una casa privada pasando por otras imágenes que, como un «zoom», van desde lo general hasta lo particular.

La ciudad argentina es la protagonista de esta exposición de fotografías en las que muestra algunos rasgos particulares del multifacético rostro urbano y humano. Invitados los arquitectos – fotógrafos a mirarla a través de guías conceptualmente predeterminadas, el resultado sorprende por las decisiones adoptadas al elegir qué mirar en la ciudad.

Dada la compleja realidad, la nuestra, máxime en momentos durante los que se producen enormes transformaciones tanto de la realidad urbana visible como de los comportamientos cívicos de sus habitantes, ese testimonio, buscado y encontrado, no puede ser sino inevitablemente fragmentario. A veces, la visión parcial de un hecho es más veraz y elocuente que la pretendida observación completa del mismo. Hasta el acontecimiento más sencillo posee caras misteriosas e inadvertidas que a menudo no son percibidas de inmediato, ni durante mucho tiempo. Por tanto, asegurar que se conoce o se muestra todo acerca del mismo no deja de ser un ejercicio de vana arrogancia o una in disimulada mentira con la que quizás se pretenden ocultar realidades incómodas o, peor aún, cuya existencia se ignora.
Por el contrario, dado que cada ciudad es un conjunto de múltiples urbes y el resultado no planificado de sucesivos acontecimientos planificados, el fragmento, la mirada parcial, la elección del rasgo extraído de un todo, aunque haya sido captado de manera azarosa, al renunciar de entrada a la plasmación de lo global, ofrece credibilidad y predispone a mirarlo con atención.

Cada ciudad es muchas ciudades. Todas las que han sido en el pasado permanecen sepultadas bajo la ciudad presente, comunicándose entre sí bajo nuestros pies. En algunos casos, el entierro es real y, de vez en cuando, aparecen los vestigios de lo que fuimos. Nos reconocemos en ellos de inmediato, aunque carezcamos de noticias sobre su existencia desde hace más de quinientos años. En otros casos, el enterramiento es emocional y heredamos su peso de manera invisible, pero no menos cierta. Una herencia de voluntades y renuncias, de anhelos y rechazos, que configura la característica singular de nuestro comportamiento.

Las situaciones personales concretas son las verdaderas realidades urbanas hoy para los individuos singulares; todo lo demás, lo que cabe en una estadística, es el dominio de los políticos burócratas que no quieren saber de inseguridades en su territorio, ni de vulnerabilidad del espacio público, ni de falta de mapas emocionales, ni que las ciudades poseen una dinámica que les hace proclives a la mutabilidad poética e histórica, dando lugar a algo más que una mera forma urbana. La ciudad, espacio del desconcierto, es sentida por sus usuarios como un sistema en el que intervienen sucesos físicos: la demografía, la economía, la cultura y sucesos estructurales: transportes, energía, movimientos financieros, que configuran una realidad objetiva que se mezcla en la percepción individual con una realidad subjetiva en la que existen elementos fruto del azar, lo irregular y lo irracional.

Cuando fotografiamos nos vemos obligados a reconocer que las formas de una ciudad no son sino las formas de la memoria. Aceptamos que una ciudad (la ciudad) es no sólo fruto de las contingencias de la geografía sino el lugar donde se han ido depositando los diferentes detritus de una serie de reminiscencias contradictorias de las que ahora sólo quedan efímeras huellas en forma de vestigios atrapados en unas fotografías. Fotografías que señalando irrevocablemente el presente convocan las sombras del pasado de múltiples maneras.

Para ello debimos renunciar a la imposible síntesis y admitir, de una vez por todas, que una ciudad es, como los barrios que la conforman, un territorio de metamorfosis incesantes, de incansables mutaciones que sólo encuentran fingido descanso en la instantánea detención ofrecida por un ojo mecánico – digital. Por eso, de la misma manera como los barrios organizan el entramado ciudadano y se vigilan de reojo unos a otros cuando no se vuelven la espalda en arrogante gesto de identidad tribal, así las fotografías de la ciudad, en su radical independencia, constituyen una geografía imaginaria en la que puede encontrar acomodo la visión original de un espectador atento capaz de saltar de unas a otras en un inacabable vaivén.

Los ojos que contemplan la ciudad, día tras día, entre fugaces pestañeos, elaboran a lo largo de los años una interminable sucesión de fotografías. Esas instantáneas no se hallan archivadas en ninguna parte, salvo en el imperfecto registro de la memoria. Son impresiones, más o menos precisas, y gracias a ellas los ojos reinterpretan ese lugar en que se abren diariamente.

Estos son, justamente, los poderes de la fotografía, este es el valor de la Muestra para la Sexta Bienal de San Pablo, Vivir en la Ciudad. Mirar el presente para mirar el pasado. Pero también es manera privilegiada de reconocer en la aplastante presencia de lo actual, la emergencia de una realidad virtual que sólo se revela ante el ojo impasible de la cámara.

Daniel Silberfaden, arquitecto

Marc Augé, Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobre modernidad, Barcelona, Gedisa, 1995; del mismo autor, así mismo, «Lugares y no lugares de la ciudad», en Desde la ciudad, dentro de los IV cursos universitarios de verano Arte y Naturaleza. Actas, Huesca, 1998, pp. 235-248.
Paul Virilio, Essai sur l’insecurité du territoire, París, Stock, 1976.
Paul Virilio, Estética de la desaparición, Barcelona, Anagrama, 1988.
Angelique Trachana, «El carácter femenino de la arquitectura. Poesía y seducción», en ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y la
Ciudad, nº 5, Madrid, noviembre de 1996, p. XCIX; monográfico dedicado a «Espacio y género. Itinerarios al paraíso». Así mismo, Jean Baudrillard, De la seducción, Madrid, Cátedra, 1989.
Sobre el efecto de la velocidad en las sociedades contemporáneas, véase el dossier «Un mundo veloz», en LETRA INTERNACIONAL, nº 39, julio-agosto de 1995, con artículos de Paul Virilio, Noni Benegas, Sergio Olivari, Mario Merlino y Wilhelm Klauser, entre otros.
Las ciudades invisibles, Minotauro, Barcelona, 1983, «Las ciudades tenues.2.», pp. 46-47.

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