13.5.2004

Los Concursos sirven

 

Bajo el título interrogante de SIRVEN LOS CONCURSOS, el periodista y arquitecto Miguel Jurado realizó un artículo donde recoge opiniones de personalidades, entre ellas los ganadores del Concurso y el presidente de la SCA, entre otros, que intentan responder a la pregunta inicial y en algunos casos lo hacen extensivo al tema Concursos en general y para finalizar algunas consideraciones y testimonios del autor de la nota que intenta cerrar o abrir el tema a la discusión.

He leído repetidas veces el artículo, no por no entenderlo sino por un cierto grado de molestia que el mismo me producía y que confieso me costó encontrar en su desarrollo algo que me indicara aquel síntoma de incomodidad. Descubrí finalmente en el título que lo encabeza la clave de mi sensación y era el plantear como interrogante el único punto que no dudo.

Los concursos sirven.

Sirven como herramienta eficaz para el desarrollo de una idea, sin otra presión que intentar hacer el mejor proyecto posible en cumplimiento de los requerimientos de un promotor, en este caso particular, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Sirven cuando la entidad Organizadora garantiza transparencia, cuando el Jurado es alguien calificado, cuando las bases y el programa responden claramente a las necesidades que llevan a concursar y cuando el número de participantes es el suficiente para garantizar diversidad y alternativas.

Es así desde hace más de 100 años y abundan en Argentina y en el Mundo ejemplos del éxito de un sistema que no merece ser sospechado y sí en todo caso, corregido tantas veces sea necesario en la voluntad colectiva de mejorarlos y adecuarlos al momento y a las circunstancias.

En esa línea uno de los entrevistados el arquitecto Rolando Schere viene desarrollando un libro que intenta recopilar la historia de los Concursos organizados por la SCA en la Argentina para rescatar el aporte de los mismos a la Construcción de la Ciudad, hayan sido construidos o no. No nos olvidemos que cada uno de ellos ha sido un campo de oportunidades para discutir e investigar sobre un tema en particular y sobre la Ciudad en general con el aporte generoso de arquitectos y especialistas de otras disciplinas

Es mi opinión que las preguntas a hacerse en relación al artículo deberían haber sido otras, por ejemplo:
El espacio público debe ser privado?
Para quien legisla un legislador?
Una ciudad sin Planeamiento y sin planes hacia donde va?
Es el mercado, el pensamiento e interés indicado para proyectar una Ciudad?etc.

Abundan los ejemplos para demostrarnos que ni aquí ni en el mundo el mercado, los intereses sectoriales ni el pensamiento desde el Estado en forma independiente han brindado al paisaje urbano sus mejores obras y como contrapartida la discusión, la diversidad, la participación ciudadana y finalmente el consenso nos ha enriquecido y ha significado los mejores momentos de la ciudad, que como dijo el arquitecto holandés Rem Koolhas «es lo mejor que tenemos y en muchos casos lo único que tenemos«.

Una ciudad a mi entender ni toda privada ni toda pública.

Para finalizar y según mi visión, (validada por mi participación en dicho concurso y conocedor de las enormes dificultades que implicaba resolverlo), los autores del proyecto ganador han demostrado capacidad e idoneidad para proyectar, por lo tanto hay que apoyarlos desde la Sociedad Central de Arquitectos y desde los medios especializados para evitar que la presión del mercado y el desconocimiento de algunos legisladores anule un proceso convalidado de modo genuino, transparente y legal.

Es muy importante y claramente simbólico que los arquitectos Leidemann, Calvo, Centurión, Orellana Rioja y Proupin, sean los autores de este espacio público con usos comerciales y que de ser necesario sean ellos los únicos legitimizados para adecuarlo como sustento básico a los nuevos requerimientos del comitente que obtenga la licitación y explotación del sitio.
La Ciudad de Buenos Aires y el sistema de Concursos Abiertos así lo necesitan.

Un buen proyecto de Arquitectura podrá adecuarse a los cambios conservando la calidad y a no dudarlo este es el caso.

Daniel Silberfaden, arquitecto

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