9.7.2004

Límite, Fronteras pensantes

Lo imaginario no es lo irreal, sino la indiscernibilidad de lo real y lo irreal…
Gilles Deleuze.

En épocas donde las diferentes fronteras políticas, sociales y culturales comienzan a fusionarse entre sí, el concepto de LIMITE sufre varias transformaciones provocando una mutación conceptual sobre sí mismo para pasar a tener otros significados; en fín, otras lecturas?
Chillida presentaba una teoría donde exponía la presencia de un espacio único y total, al que si se le aplicaba algún límite, este, producía una delimitación espacial obteniéndose como resultado la conformación de distintos tipos de espacios que se podían reconocer según su ubicación respecto al límite.
Era así como al espacio que quedaba adentro se le atribuía el nombre de espacio negativo; el que quedaba afuera, espacio general; y al propio límite (constituido por la ?materia?), espacio positivo.

Una primera lectura de esta nueva conformación haría ver que el espacio negativo y el general (interior-exterior) se encuentran incomunicados; pero en realidad, están en relación a través de la materia (límite), ya que dentro del enunciado de dicha teoría, la materia se presentaba como una especie de espacio de otra velocidad, con otro tiempo.
Estas afirmaciones, que no son para nada novedosas, nos sitúan en posición desde donde poder analizar, comparar y reflexionar acerca del límite desde otras perspectivas en las cuales su identidad clásica comienza a variar.
Y es esta variación conceptual, este devenir, lo que nos hace pensar al límite, NO como un elemento de separación (medianera), sino como una entidad de relación, como un intersticio espacial y conceptual donde comienza a habitar un flujo de conceptos en común.
Además, este elemento/límite, nace para vivir en el ENTRE habitando entre fronteras, es decir, que no pertenece ni a un lado, ni al otro; pero que a la vez posee la cualidad de pertenecer a los dos en la acción de relacionarlos.
Es interesante entonces, entender a este elemento como un generador de diversidad y multiplicidad, que se desarrolla entre dos latitudes, pero a la vez constituyendo un universo sobre si mismo.

También podríamos dotarlo con características de cerebro, es decir, que además de definir de forma física y espacial los contornos, posea la propiedad de poder generar nuevos conceptos a partir de las relaciones espaciales entre interior y exterior (por ejemplo), en otras palabras, que sea capaz de generar conceptos desde la producción evolutiva del pensamiento, que haga trabajar las ideas en relación a las percepciones y que finalmente sea nuestro cerebro el que produzca los resultados.
Y es en este punto donde sería interesante establecer cierto paralelo con el cine de Sergei Eisenstein, director ruso que afirmaba que todos los elementos se encuentran en relación a través de la dialéctica.
El verdadero interés por su cine radica en la relación que establecía entre plano y montaje, estructura utilizada para realizar un cine cuasi-mental de relaciones conceptuales.

Eisenstein trabajaba con ideas que iban desde la imagen al pensamiento.
Es decir, para una determinada imagen, era seleccionada otra imagen que tuviera características opuestas para que a partir de la confrontación entre ambas surgiera un nuevo concepto, que de alguna manera, sintetizaba la relación entre dichas imágenes.
Entre la toma A y la toma B no existía relación lineal, pero al colocarlas dentro de la estructura general del film una detrás de la otra, producían un choque conceptual en nuestra mente que no hacia mas que generar un nuevo concepto, una nueva idea (nueva imagen mental) producto de dicha confrontación, que como hemos dicho, no habitaba en el film de manera visual sino que se producía y actualizaba en la mente del espectador.
Era nuestro cerebro el que descubría el verdadero significado de los diferentes pares de imágenes.
Podríamos decir entonces, que el espacio mental donde se genera este nuevo concepto actúa como un límite de relación, el cual existe y se produce por la presencia de las fronteras.
En definitiva el cine de este autor hacía ver lo imperceptible, es decir, NO las imágenes en si, sino el entre imágenes, el límite entre ellas que en definitiva era donde se descubría el verdadero significado del film.

El Pabellón de Barcelona es un edificio al cual se le puede atribuir poseer en su interior, no solo la existencia de sus límites como materia de relación, sino como un elemento de choque donde se producen ciertas confrontaciones entre diferente tipo de imágenes tanto arquitectónicas como preceptuales.
Los límites además de no estar tan claramente definidos de manera lógico-racional (el patio del estanque es un interior o un exterior?) actúan como generadores de imágenes que producen una fusión temporal.
Podemos vernos reflejados entre el espacio interior y el espacio exterior al mismo tiempo, es decir, que de alguna manera el tiempo pasado (recorrido exterior) y el tiempo presente (recorrido interior) logran convivir mezclándose dando como resultado una nueva imagen (concepto) que se inscribe en el orden de una imagen-tiempo donde se produce una coexistencia temporal de dos momentos antagónicos.

Podemos entender que estos planos reflejantes son los que actúan como límites que no solo relacionan al interior con el exterior sino también, y a partir de esta relación/confrontación, provocan y producen la generación de nuevos conceptos que se actualizan en la mente del que recorre sus espacios.
Estas imágenes generadas por los límites del edificio actúan en nosotros, produciendo que nuestro cerebro conjugue percepciones opuestas que finalmente darán nuevas ideas acerca del espacio recorrido.
En síntesis, el Pabellón es una especie de dispositivo generador de nuevos conceptos, que a partir de la cristalización de imágenes contrarias (interiores fusionadas con exteriores) hace crear en nuestro cerebro conceptos producto de su relación.

Imagen y concepto son dos variables que permanecen manteniéndose presentes en disciplinas como el cine y la arquitectura. Muchas veces nos olvidamos de la complejidad de esta relación, pero creo que lo interesante de conjugarlas es poder llegar a descubrir las numerosas puertas que se nos abren para encauzarnos hacia nuevos experimentos e investigaciones.

Lo bueno es aceptar el desafio.

«Nunca hay que preguntar que quiere decir un libro, significado o significante, en un libro no hay nada que comprender, tan solo hay que preguntarse con qué funciona, en conexión con qué hace pasar o no intensidades…»
Gilles Deleuze

Arq. Martín Saez

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