1.10.2013

La vuelta a Barcelona en 548 plazas

Imaginemos un mapa de plazas. Un mapa en el que en lugar de representar una ciudad a través de sus grandes avenidas, calles, monumentos… ésta apareciera representada a través de todos aquellos puntos de espacio público que funcionan con vocación de plaza. Estaríamos delante de una cartografía del encuentro, del intercambio. Un verdadero mapa de ciudad.

– ¿Y qué haces en las plazas?

– Pues voy a ellas, observo, tomo notas en un cuaderno, hago fotos…

– ¡Ah! ¡Entonces eres detective!

[Conversación con Christian, 11 años]

La vuelta a Barcelona en 548 plazas

¿Qué es una plaza? El término plaza designa un tipo de espacio público que está presente en el imaginario colectivo. Desde que existen las ciudades, las plazas han sido el lugar del encuentro en el espacio público. Escenario de todo tipo de acontecimientos, desde los más significativos hasta los más cotidianos, la plaza constituye un símbolo de la civitas. Podríamos hablar de este tipo de espacios remontándonos desde la configuración de las plazas de los poblados de la antigüedad hasta los diseños más actuales. Desde la actividad en las ágoras de la Antigua Grecia hacia los recientes episodios ocurridos en el contexto actual, como las acampadas del movimiento 15M o las recientes protestas en la plaza Taksim en Estambul.

Reproducción de Toqua, ciudad proto-cherokee, 1500 a.C. (actual Tennessee) ”The Toqua Site” Polhemus, Bogan y Chapman.

En los últimos años, el debate en torno a la plaza, dentro del amplio debate acerca del espacio público, ha ido tomando fuerza gracias a la proliferación de acciones y colectivos ciudadanos que han ido reivindicando nuevos usos y reflexiones en torno a este tipo de espacios. Iniciativas como “Esto no es un solar” (Zaragoza), “El Campo de Cebada” (Madrid), “Esta es una plaza” (Madrid) o el a punto de ponerse en marcha “Pla Buits” (Barcelona), pretenden la creación de nuevas “plazas” a partir de vacíos urbanos, trayendo a primer plano el debate sobre qué deberían ofrecer este tipo de espacios, y generando la oportunidad de crear nuevos paradigmas en el diseño, programa, gestión, participación y trabajo en red de estos nuevos lugares de encuentro.

Pero, ¿qué ocurre mientras tanto en las plazas que ya tenemos? ¿Cómo son las plazas de nuestra ciudad?

Con estas preguntas comenzó una aventura a la que llamé: “La vuelta a Barcelona en 548 plazas”. Una deriva definida por todos aquellos puntos de la ciudad de Barcelona que compartían el nombre: Plaza.

Si alguien nos pidiera que definiéramos qué es una plaza, seguramente nos sería difícil acotar de manera precisa las propiedades que designan este tipo de espacios. Esto se debe a la multiplicidad de características que han llegado a reunir estos lugares. ¿Cuál es la acepción del término plaza? Buscamos en distintos diccionarios de lenguas de raíz latina más representativas del Mediterráneo, que es el contexto geográfico y cultural de la ciudad de Barcelona.

Nos damos cuenta que aunque las definiciones tocan ejes comunes, no coinciden plenamente unas con otras. En unos idiomas se obvian unos factores; en otros, otros. Realizando un paralelismo con un mapa, realizamos el experimento de “cartografiar” la información como si de un mapa se tratase: descomponemos las definiciones en capas de información, como si de capas de dibujo se tratara.

Cartografiando un término

Como podemos ver, con una sola definición no podemos acaparar todos los ejes, sino que es observando la colección en su conjunto, cuando conseguimos reunir todas las capas de información.

548 Plazas y 10 distritos de Barcelona

Barcelona es un ejemplo de ciudad hecha a partir del cosido de partes. Como dice Manuel Gausa: “La Barcelona actual ya no es un solo lugar o un solo modelo más o menos ideal, sino una ciudad de ciudades, un lugar de lugares. Un caleidoscopio – o un menú – de oportunidades”. [1] Así pues, para crear una imagen de la plaza en Barcelona, tendremos que crear la imagen conjunta de todas las plazas de Barcelona. Se trata de generar una visión poliédrica de la realidad de la plaza hoy. A través de unir todos esos puntos, conseguimos una imagen global y completa que nos permitirá acercarnos a la realidad de este tipo de espacios. A la misma vez, a un mapa “puntillista” de Barcelona, representada a través de sus plazas. O por lo menos, según el nombre que portan, las que deberían ser.

Surgió entonces el deseo de localizar y visitar todos estos espacios, a través de una deriva poliédrica. El concepto de deriva lo establecieron los situacionistas en los años 60 y alude a una práctica crítica respecto a la ciudad que consiste básicamente en pasear sin rumbo fijo pero con una consciencia mayor del espacio urbano. Hacían así una crítica a la sociedad de consumo y la falta de relación del habitante con la ciudad. Este pasear consciente pero azaroso, tiene un precedente en la figura del flâneur de Baudelaire, así como ha influido en múltiples artistas que han utilizado el paseo como una práctica recurrente. Algo parecido, pero estático, hizo Georges Perec en la plaza de Saint Sulpice de París. Durante tres días, Perec se sentó en la plaza a observar y apuntar minuciosamente todo aquello que acontecía en aquel espacio. Apuntes que culminarían en la publicación del libro que llamaría “Tentativa de agotamiento de un espacio parisino”.

En la intersección de estas dos referencias, nómada (por ir uniendo puntos) y estática (por permanecer en un sitio y observar) comenzó la deriva, más tarde, conceptual, al ir recopilando la información a través de los distintos ejes conceptuales, las distintas capas de información sacadas de la definición de plaza.

A modo de resumen, realicemos una breve “deriva” a través de estos ejes por algunas plazas: Algunas cosas detectadas, preguntas abiertas, intuiciónes:

VACÍO.

A la hora de dibujar las plazas nos damos cuenta de la ambigüedad de límites. ¿Cuál es el verdadero “espacio” de la plaza? Antiguamente, los límites los marcaban claramente los planos verticales de las construcciones que la rodeaban. Hoy, el tráfico rodado, la separación de flujos y la especialización del suelo, nos hace preguntarnos: ¿Es la porción de suelo destinada a la función de plaza? ¿Es todo el volumen vacío enmarcado por lo construido? En plazas que han conservado su esencia de lugar para el peatón, como la plaça de la Virreina, todo el espacio es lugar de encuentro. En las grandes plazas marcadas por el cruce de varias vías de gran tráfico, como la plaça Francesc Macià, ¿cuál es el lugar de encuentro? Viendo que los flujos de transportes han ocupado la superficie de la plaza, suponemos que las aceras.

Plaça de Francesc Macià

Plaça de la Virreina

ENTORNO URBANO

Una colección de cosas dentro de un conjunto, implican una relación de la parte con el todo. Así, de menor a mayor escala de agrupación, una plaza se inserta en su entorno urbano más inmediato, para luego relacionarse con el tejido urbano en el que está inmerso, luego con su barrio, más tarde con el distrito al que pertenece, y finalmente al conjunto de la ciudad. Las distintas relaciones hacen que la plaza juegue un papel en la ciudad a la misma vez que la ciudad juega un papel dentro de la misma plaza. La localización del punto en la malla, condiciona al punto de la misma manera que el punto condiciona a la malla.

En el momento de hacer la deriva, me encontré con dos acontecimientos similares en dos plazas distintas, la plaça de Sarrià y la plaça de la Mare Nazaria March, en la otra punta de la ciudad. Asistía por casualidad, en ambas, al momento del tiempo de descanso de un instituto de adolescentes. La plaza a los pies de la iglesia de Sarrià se llenaba así de muchos corros de adolescentes, que sentados en los escalones de la entrada a la iglesia, tomaban el almuerzo de manera tranquila. Ropa cara, murmullo de conversaciones, almuerzos comprados en los comercios de las cercanías, poblaban la plaza. En la plaza del barrio de El Besòs i El Maresme, también a los pies de una iglesia, sin embargo, los gritos, la ropa vieja, las chicas maquilladas y los primeros cigarrillos se sucedían en la plaza, hasta el punto de ser testigo de una pelea a los cinco minutos del descanso en la plaza.

Plaça de Sarrià

Plaça de la Mare Nazaria March

VIAS

Las calles y las plazas, vectores lineales y superficiales, se relacionan entre sí por una sencilla razón de contigüidad. La calle no es sino el lugar que habla de la llegada y de la partida.

Frente a las plazas cruce de caminos (factor determinante para la afluencia en la plaza, que se convierte además en lugar de paso), como la plaça de l ‘Àngel, con nueve entradas y salidas, hacen de este lugar un importante núcleo de comunicaciones en una plaza en la que me pregunto si en algún momento del día estará completamente vacía. En el extremo contrario, la plaça de Ramon Amadeu. Un oasis de tranquilidad escondido al que se accede a través de un pasaje bajo un arco del s. XV, totalmente inadvertida para los viandantes de la contigua y concurrida calle de Santa Anna.

 

Plaça de l’Àngel

Plaça de Ramon Amadeu

 

USUARIOS

La plaza es la expresión espacial del lugar del encuentro. Encuentro de calles, encuentro de partes de la ciudad, encuentro de actividades, encuentro de personas. La forma de relacionarse de las personas en una plaza podría ser un indicador del tipo de convivencia de los habitantes de una ciudad. Antiguamente la gente bajaba a la plaza a solas a menudo ya que conocía a todos sus vecinos, simplemente por charlar con alguien seguramente conocido. El miedo a convivir es patente, por ejemplo, observando los bancos del parque y como la gente suele sentarse sólo en bancos que estén vacíos. Sin embargo, sobreviven algunos ejemplos de convivencia.

En el momento de la deriva, al irme acercando a la plaça de Bacardí, comienzo a oír multitud de gritos de niños. Como si de una fiesta se tratara, la plaza rebosaba de niños, de una manera que después de cientos de plazas visitadas, me resultó sorprendente. Se trata de la plaza visitada con mayor densidad de personas por metro cuadrado. Los niños se encontraban sentados en el suelo, jugando al fútbol, a la comba, bebiendo en la fuente, encima de la mesa de pingpong. Las terrazas se encontraban llenas de padres que supervisaban el juego de sus hijos. La plaça de Juliana Morell, sin embargo, estaba vacía. Pero de pronto, veo como dos vecinos se gritan a través de las ventanas de dos edificios enfrentados preguntándose por algún ingrediente que les falta a la hora de hacer la cena.

Plaça de Bacardí

Plaça de Juliana Morell

ACTIVIDAD

La concepción histórica del lugar de la plaza la define como aquel lugar de la ciudad reservado para los acontecimientos públicos. Las plazas se convierten así en escenario de la vida urbana.

A veces, los acontecimientos se producen de forma circunstancial sin ningún elemento que los propicie. Éste es el caso de la plaça de Mañé i Flaquer, que en el momento de la visita disponía de una serie de puestos ambulantes de comida en sus cuatro esquinas. Los vecinos bajaban curiosos a comprar, y la gente que pasaba se detenía un momento a curiosear. Unos días después, pasé de nuevo por la plaza. Estaba desierta.

En otros casos es un espacio indeterminado el que genera la actividad espontánea. Un simple espacio vacío, como el de la plaça de Vázquez Montalbán, y una pelota, bastaban en aquel momento para establecer un lugar donde es posible jugar.

Plaça de Mañé i Flaquer

Plaça de Vázquez Montalbán

LÍMITES CONSTRUIDOS

Los edificios que rodean la plaza hacen las veces de fachada de la misma. Unos límites que pueden ir cambiando a lo largo del tiempo. La relación de la actividad de los edificios con la actividad de la plaza impulsa la vida de esta.

La plaça de Masadas, creada como plaza porticada unitaria, define un gran espacio vacío rodeado de terrazas y mesas que se disponen bajos sus arcos. En otros casos, la relación es más doméstica, como la escondida plaça de Sant Gaietà. Se trata de una pequeña plaza escondida: un pequeño acceso común a distintas viviendas. Como si de un patio común se tratara, los vecinos han sacado sus macetas de flores a las puertas de sus casas, convirtiéndose este pequeño lugar en un acogedor patio de flores. Cuesta imaginar que los vecinos no salgan a “su plaza” a conversar.

Plaça de Masadas

Plaça de Sant Gaietà

CONFIGURACIÓN

Una plaza puede considerarse como una habitación dentro de la ciudad. Una vez dispuestos los límites del vacío, el correcto diseño, determina en gran medida el éxito del espacio. A veces, al tener que hacer una mudanza, o comprar muebles nuevos, la habitación se queda completamente vacía. Observamos entonces las múltiples posibilidades que ofrece un mismo espacio. ¿Qué pasaría si vaciáramos todas las plazas de la ciudad? ¿Cómo las ocuparíamos?

El diseño de la plaça de Diagonal Mar, está rígidamente enfocado a una actividad específica. Cuenta con un escenario techado en un extremo de la plaza mientras todos los bancos de la plaza se encuentran orientados hacia él. Me pregunto si condicionar rígidamente a una sola actividad funciona, ya que la disposición de los bancos y la ausencia de espacio vacío hace difícil imaginar otro tipo de actividad como la conversación o la contemplación del espacio. Y digo imaginar porque la plaza, por supuesto, está vacía.

En la plaça del General Moragues, infinidad de niños corren por el amplio espacio vacío jugando los unos con los otros. Los adultos observan, desde el perímetro. Existe una zona de juegos, delimitada, pero también hay espacio para el juego fuera de ella. Y una serie de elementos que pueden, con un poco de imaginación, ser “mal usados”. Así, espontáneamente, los bancos que rodean la plaza se convierten en lugares sobre los que saltar. Y la gran escultura metálica que se alza sobre el suelo central de tierra de la plaza, de pronto es un elemento en que esconderse y jugar al pilla pilla.

Cuando me dijo Christian que era detective, me reí. Pero sí. Quizás a la larga suma de cosas que podemos (y debemos) aportar los arquitectos, es ser, también, detectives. Observadores. Críticos. O “auscultadores”, en palabras de Enric Ruiz-Geli:

“El escáner de la ciudad indica una línea recta horizontal. Nada ocurre.

De repente la línea muestra una cima, un “input” ascendiente.

Acaba de detectarse un evento.

Un evento en arquitectura es como un latido en el corazón.

Si no hay, vamos mal”
[1] GAUSA, Manuel. Diccionario de Arquitectura Avanzada. Pag 60.
Andrea Robles Carrasco

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