20.9.2013

El espacio apropiado de la ventana

Las cuerdas para tender compartidas por edificios enfrentados en las estrechas calles de Venecia son un sencillo ejemplo de cómo la exposición de la privacidad puede generar un espacio.

El espacio intermedio entre ambos edificios es apropiado para un uso compartido a costa de tener que exponer la colada -la ropa íntima- a la vista de terceros. Tradicionalmente la ventana ha sido el espacio de exteriorización de la privacidad, aunque no siempre esto conlleva la apropiación de un espacio ajeno, como en el caso de las viviendas venecianas. El balcón mediterráneo o las amplias ventanas sin cortinas de los países del norte de Europa son escaparates de la vida privada. El balcón se asoma a la vida pública de la calle transformado en un improvisado trastero, tendedero o secadero de hortalizas. La ventana nórdica improvisa un altar de la vida cotidiana con toda suerte de objetos decorativos, cortinillas o útiles de la vida doméstica. Sin embargo ambos tienen una delimitación clara entre el espacio privado y el público, de modo que funcionan más como escaparates que como espacios apropiados.

El proyecto ‘de dentro a afuera’ del artista polaco Daniel Knippings, da a los vecinos del ‘Sozial Palast’ de Berlin la oportunidad de decorar sus parabólicas con sus propios motivos. En estas 540 viviendas en las que se hablan unos 40 idiomas distintos, si hay un denominador común entre todos los vecinos, es la una antena parabólica que instalada en el balcón permite captar las televisiones de sus países de origen. La acción de Knippings transforma la fachada en un soporte en el que hacer públicos los deseos de los vecinos. Paisajes, coches, escudos de equipos de fútbol o fotografías de familiares, transforman el receptor en emisor y la homogeneidad en una exposición de la privacidad proyectada hacia el exterior, transformando la fachada del edificio en un espacio apropiado por el deseo del artista y los vecinos. La ventana se convierte en el espacio en el que la privacidad forma parte de lo público y lo colectivo.

En “París, Ciudad Invisible”, Bruno Latour describe la capacidad de transformación de estructuras que, como los inmuebles parisinos de Haussman o el mobiliario urbano, son a priori poco mutables, pero que sin embargo son capaces de acoger nuevos usos y hacer visibles procesos aparentemente invisibles de las ciudades. Estra transformación -lo que Latour denomina “formateo”, se produce a través de la apropiación de estas estructuras por sus usuarios, generando un espacio apropiado. Las farolas de la plaza Tahrir o de la puerta del Sol, son en principio estructuras poco mutables, pero a lo largo de la primavera árabe  o durante el 15M, su formateo ha dado lugar a una transformación del espacio que las rodea. La apropiación se convierte en una estrategia de actualización de estructuras fijas a través de deseos inestables.

Un espacio apropiado como el de las viviendas venecianas es resultado del formateo de la arquitectura y los deseos de los usuarios (Deleuze), que se hacen públicos a costa de la exhibición de la privacidad. La fachada del Sozialpalast es ‘formateada’ y apropiada por sus vecinos a través de la privacidad y el deseo. Por lo tanto el espacio apropiado en la ventana es un espacio para la contingencia que, en principio, escapa al control total del arquitecto, a la predeterminación absoluta de formas y funciones. En este punto es necesario distinguir un espacio apropiado de uno tuneado o customizado. Las cuidadas fotografías de las viviendas sociales de Mullhouse (Lacaton et Vassal, 2005) nos muestran una predeterminada customización de unos espacios-invernaderos, unos espacios en los que también la contingencia ha sido prediseñada.

La instalación ‘Addon’ (Fattinger, Orso y Rieper en colaboración con la TU-Viena, 2005) dotó durante unas semanas al espacio público de la ciudad de Viena de un equipamiento temporal. Como ya propuso Cedric Price en el Fun Palace (1960-61), la megaestructura es apropiada por el usuario, transformada y actualizada de acuerdo con las necesidades de la colectividad. Sin embargo en el caso de ‘Addon’ el programa trasciende al propio edificio y los usos cotidianos se convierten en los activadores no del edificio, sino del espacio público que lo rodea. En este caso el espacio apropiado convierte a ‘Addon’ en una ventana capaz de insertar en la vida pública toda una serie de actividades de la privacidad del espacio doméstico. Cocinar, dormir, bañarse o jugar se convierten en acciones colectivas generadoras de espacio público.

La exposición de la privacidad y el espacio construido tienen que agenciarse en el deseo para poder crear un espacio apropiado. El deseo es cambiante y ello requiere pensar en programas abiertos y en configuraciones revisables. No hay lugar para estados finales, sólo para el tránsito. Las viviendas de Quinta Normal (Elemental Chile, 2004) son un buen ejemplo de espacio apropiado proyectado. En el proyecto original se utiliza tan sólo la mitad de la edificabilidad disponible, dejando la otra mitad para que el usuario revise y amplíe su programa doméstico en función de sus posibilidades económicas, sus necesidades y sus deseos. La estructura arquitectónica es propuesta como base para el agenciamiento a través del deseo y la configuración final siempre supone un estado encontrado.

La ventana deviene en espacio apropiado si la base arquitectónica y el deseo son capaces de generar un nuevo estado de las cosas. Para el agenciamiento entre arquitectura y deseo es necesario (y cada vez más) una exposición de la privacidad del usuario. Este es el precio que hay que pagar por un espacio apropiado.

Miguel Ortega

Cartografías del Deseo.

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